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''Pues será menester despertalle -replicó el renegado-, y llevárnosle con nosotros, y todo aquello que tiene de valor este hermoso jardín. ''No -dijo ella-, a mi padre no se ha de tocar en ningún modo, y en esta casa no hay otra cosa que lo que yo llevo, que es tanto, que bien habrá para que todos quedéis ricos y contentos; y esperaros un poco y lo veréis''. Y, diciendo esto, se volvió a entrar, diciendo que muy presto volvería; que nos estuviésemos quedos, sin hacer ningún ruido.

¡Ya me parecía a que venían ustedes hoy demasiado contentos!... Con tan fausto motivo hubo juerga, ¿verdad? ¿Cómo juerga? preguntó D. Joaquín con cierta inquietud, temiendo la franqueza militar de su amigo. , una comidita íntima con algunos platos extraordinarios y un par de botellas de burdeos. No fue burdeos replicó D. Joaquín riendo, Fue borgoña. Mejor que mejor.

Yo... no lo que pongo en el negocio, pero seguramente pondré algo, pues entro en él, y mis consocios parecen contentos de tenerme en su compañía. Echóse a reír Ojeda con tal fuerza, que su espalda chocó con la barandilla, doblándose hacia la parte exterior. «¡Maltrana banquero! ¡Maltrana fundador de un Banco, cuando apenas tenía unas pesetas para desembarcar!...»

Lo mismo Visita que yo nos hallamos tan contentos y nos parece tan bien esa boda que precisamente en este momento hablábamos de ella con alegría y nos felicitábamos de que... ¡Bien, bien, dejemos eso! exclamó Tristán con aspereza. Aquellas palabras le parecían el colmo de la hipocresía y de la impudencia.

A la legua, á la parte del N, salieron unos 50 indios Mataguayos; díles tabaco y unas gualcas, y quedaron contentos. Paramos este dia en un recodo que hace el rio á la parte del S. Anduvimos 18 leguas: la sonda, por lo menor, seis cuartas, lo mas cuatro varas. Llaman á este parage la Esqina: las orillas del rio son campos y cejas de montes.

Sudorosos, contentos ¡«gauchos» ya! regresaron a las casas, en las que entraron casi a media rienda, desoyendo las indicaciones de Melchor, pues querían mostrar a «todo el mundo» que eran capaces de jinetear como el mejor.

Bien anochecido, pasaron 10 indios de la banda del S á la nuestra. Repartíles algunas cosas: me dijeron que su ladino era Amaya, y contentos se despidieron. El 19 caminamos siguiendo nuestro rumbo al oriente, y de allí á corta distancia se divide el rio en dos brazos, que se juntan á las dos cuadras.

Y les dijo: No oprimáis, ni acusáis falsamente a nadie; y sed contentos con vuestros salarios. 15 Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo,

En tanto que sus brazos pudieron herir siempre hicieron lo que debian, y cuando desfallecían con el semblante y los ojos mostraban que el cuerpo era el vencido, no el ánimo. Los nuestros no contentos de haberlos hecho desamparar el campo, les siguieron con el mismo rigor que pelearon en la batalla. La noche y el cansancio de matar dió fin al alcance.

El orden se había por completo restablecido en Laycacota, y todos los vecinos estaban contentos del buen gobierno y la caballerosidad del justicia mayor. Pero en 1667, la Audiencia tuvo que reconocer al nuevo virrey llegado de España. Era éste el conde Lemos, mozo de treinta y tres años, a quien, según los historiadores, sólo faltaba sotana para ser completo jesuíta.