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Apenas manifestó este deseo cuando apareció en el umbral Antoñita con los ojos húmedos aún por el llanto, pero con su sonrisa más encantadora, dibujada en los labios. ¡Hermana mía! exclamó Magdalena adelantándose hacia ella para abrazarla. Al mismo tiempo su prima le echó los brazos al cuello y la colmó de besos.

En el Uruguay, cuando las guerras jordanistas, un vasco ladrillero, que en su vida había degollado un cordero, obsesionado por los frecuentes degüellos, se ofreció para degollador oficioso, y en el primer candidato que le dieron, desnudo y atado de pies y manos en el suelo, chamboneó de tal manera, que la víctima, en sus retorsiones, rompió las cuerdas que le sujetaban los pies, se incorporó chorreando sangre, degollado a medias, y acometiendo a puntapies al aprendiz de verdugo, lo increpaba: "Si no sabes degollar a qué te metes, ¡vasco de tal por cual!". Este, a su vez, respondía a puñaladas, que entraban en el vientre del prisionero como en un queso, hasta que el espectáculo colmó la medida, y un veterano salió de las filas de las tropas formadas en cuadro, para su edificación, y le puso término.

Absorta en dicha lectura se hallaba doña Luz, cuando, como ya hemos dicho, entró a verla doña Manolita. Se besaron, se abrazaron, se dieron los más cordiales buenos días, y luego habló la hija del médico: Hija mía, eres la primera que ha de saberlo. Lo sabrás antes que mi padre. ¡Gran novedad! Mis peleas con Pepe Güeto han dejado de ser escaramuzas. La ira de ambos ha llegado a su colmo.

Alguien, con aspecto de artesano, en los últimos bancos, se hallaba en el colmo del regocijo. ¡Esto va siendo interesante! proclamó, en voz tan poco queda, que se le oyó en toda la sala. Pero rezará usted... preguntó el presidente. No. Antes rezaba; mas hace ya tiempo que no lo hago.

Las acciones del Banco se las comerán hijo y madre en un par de años, y con el rédito de los treinta mil reales no tienen ni para sopas. Lo que es dinero de Maxi no lo han de ver, de eso respondo, porque sería el colmo de la afrenta y de la tontería... Nada, nada; que yo doy la campanada gorda, siempre y cuando el señorito ese no le señale el estipendio en el término de un mes.

¡Velázquez! exclamó la joven en el colmo de la sorpresa, el dolor y la vergüenza. Se alzó de la silla y volvió á dejarse caer sollozando. Después subió á su cuarto, se echó sobre la cama y siguió suspirando largo rato.

Y cuando él se preparaba a volverse a su casa, si alguno de aquellos señores tenía la bondad de acompañarle ¡oh colmo de las bromas pesadas y ofensivas! habían dado con él en medio de la catedral, donde no había puesto los pies hacía muchos años. Había protestado, había querido marcharse, pero no le dejaron, y él tampoco se atrevía a buscar solo su casa; y en la calle hacía frío».

Cuando veas á mis padres... cuando veas á mis padres díles que el día menos pensado me planto en Canzana, que un día ú otro me escaparé porque no puedo sufrir más... ¿Es de veras eso? exclamó Nolo en el colmo de la sorpresa. ¡Y tan de veras!... No lo he hecho ya porque no he tenido ocasión para ello. El mozo permaneció silencioso. Al cabo preguntó con timidez: ¿Te atreves á venirte conmigo?

Para colmo de ostentación y de lujo, Ramón Pérez había recomendado al pintor el uso del dorado, y el artista había distribuido el oro del modo siguiente: en las espinas de las rosas, en las hojas de las navajas y en las uñas del pie. Esta muestra indicaba lo que todos sabían; es decir, que su poseedor ejercía en Villamar las cuádruples funciones de barbero, sangrador, sacamuelas y pelador.

Esto era el colmo, por entonces, y aun creo que lo es por ahora, del rumbo y de la distinción de los salones del buen tono madrileño.