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Ya le parecía que por ventanas y puertas entraba una horda de facinerosos armados de puñales, pistolas, cuerdas y otros instrumentos horribles. Cierra bien. Apaga esa luz. ¿Si se irán á entrar por esa ventana? dijo señalando un tragaluz por donde el gato, que tanto respeto inspiraba al señor de Batilo, entraba con dificultad. Aquel tragaluz daba á un patio perteneciente á la misma casa.

Marcábanse en él los huesos, los tendones y las venas, formando como un manojo de cuerdas; y cuando hablaba alterándose un poco, aquellas mal cubiertas piezas anatómicas se movían y aguaban como las varas de un telar.

32 y las columnas del atrio alrededor, y sus basas, y sus estacas, y sus cuerdas con todos sus instrumentos, y todo su servicio; y contaréis por sus nombres todos los vasos de la guarda de su cargo. 34 Moisés, pues, y Aarón, y los príncipes de la congregación, contaron los hijos de Coat por sus familias, y por las casas de sus padres,

Los dos hombres, dejándome a atado y con la boca tapada, cogieron cada uno un remo y, apalancando en las paredes y remando, llevaron el barco hasta las puntas. Ya allí, tiraron de las cuerdas para izar las velas, chirriaron las garruchas, y dos formas obscuras aparecieron en la obscuridad de la noche.

La decoración no era brillante, consistiendo en tablas sostenidas por cuerdas. Las ventanas estaban abiertas, porque aquí se acostumbra á representar sin luz artificial, siendo fácil de presumir cuánto perjudique esta circunstancia á la belleza del espectáculo.

Eran indudablemente hombres buenos, justos y cuerdos; pero difícilmente habría sido posible escoger, entre toda la familia humana, igual número de hombres sabios y virtuosos, y al mismo tiempo menos capaces de comprender el corazón de una mujer extraviada, y separar en él lo bueno de lo malo, que aquellas personas cuerdas de severo continente á quienes Ester volvía ahora el rostro.

Descienden del techo, cual si estuvieran suspendidas de elásticas y casi invisibles cuerdas, lámparas de oro, cuyas luces oscilantes no bastan a eclipsar el diáfano colorido de las vidrieras, que llenas de santos y figuras resplandecientes, parecen comunicar con el cielo el interior del templo.

Era el santo miedo, guardián de nuestra conservación, el que perturbaba á las gentes, ocultándoles la terrible verdad que existe al término de toda vida. Las gentes cuerdas consideraban una locura el ir al encuentro de la muerte.

¡Suaves y bellísimas tardes! ¡La selva contigua, inmensa arpa eólica cuyas cuerdas bate el viento con ternura, arrancando esa melodía profunda e indecisa, con sus notas ásperas de lucha y sus murientes cadencias de amor, que se levanta ante el oído del alma como una nube armoniosa; la selva íntima se extiendo a nuestro lado, mientras todos, a bordo, desde el que deja la patria atrás o marcha hacia ella, hasta el boga que vive en la indiferencia suprema de la bestia que gime en el bosque, todos caen bajo la influencia invencible de la hora solemne en que las agrias cuitas del día callan, para dar paso al cortejo celeste de los recuerdos!

El concierto infinito, remedo de todas las interjeciones, los gritos y lamentos de la Creacion, habia comenzado. Durante una hora la inmensa arpa metálica nos hizo oir todos los ecos, los rumores, los cantos, las sinfonías, las detonaciones de esa arpa viviente de millones de cuerdas siempre vivas y vibrantes, que se llama Naturaleza.