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Actualizado: 29 de junio de 2025


La condición inevitable y suprema de la tragedia es la «fatalidad»: distínguense, desde luego, lo trágico de la «situación», y lo trágico del «carácter». En ambos casos importa que la escena sólo pueda desenlazarse de «un modo», y que las voluntades presas en tal conflicto ó torneo, no puedan seguir más de un camino: inútilmente la razón aconseja y la prudencia y la ternura suplican juntando las manos; los acontecimientos continúan su curso, los personajes avanzan como autómatas empujados por la espalda. «¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué necesito hacer?...» Esto se lo preguntaron Edipo, Orestes, Hamleto, Don Alvaro... ¡todos!... Pero sus dudas no aprovechan, sus reticencias también son vanas; callan lo que debieran decir, hacen lo que no quisieran hacer, y, como fuera de mismos, marchan hacia lo Inevitable, que es la desesperación, la muerte, la sublimidad en el horror.

A lo que tengo miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergüenza, como hacen la mayor parte de los maridos. ¿Y si Dios le condenase después de esta vida a eternos tormentos por haber blasfemado tanto? El moribundo sonrió con trabajo.

Pues todos callan ante , yo callo ante todos. Veo, oigo y pienso. Así sabré todo lo que quiero. ¡Qué hermosa es la verdad, mejor dicho, estos bordes del manto de la verdad que alcanzamos a ver en la tierra, porque el cuerpo del manto y el de la verdad misma no se ven desde estos barrios!... Dios mío, me asombro de lo cuerdo que estoy.

Andreíña hila y otros criados desgranan maíz, a la redonda de una cesta colmada de mazorcas. Hablan en voz baja, atentos a los pasos que vienen y van en la alcoba donde murió la señora ama. La puerta está cerrada, y de tiempo en tiempo alguno de los criados se acerca sin ruido y escucha. Los otros callan contemplándole, y cuando se les junta, otra vez comienza el cálido susurro de la conversación.

¡Suaves y bellísimas tardes! ¡La selva contigua, inmensa arpa eólica cuyas cuerdas bate el viento con ternura, arrancando esa melodía profunda e indecisa, con sus notas ásperas de lucha y sus murientes cadencias de amor, que se levanta ante el oído del alma como una nube armoniosa; la selva íntima se extiendo a nuestro lado, mientras todos, a bordo, desde el que deja la patria atrás o marcha hacia ella, hasta el boga que vive en la indiferencia suprema de la bestia que gime en el bosque, todos caen bajo la influencia invencible de la hora solemne en que las agrias cuitas del día callan, para dar paso al cortejo celeste de los recuerdos!

»Tienes razón... Pero la amo... y no puedes comprender, teniendo el corazón helado, la rabia y la desesperación que en mi pecho se encierran y que mis labios callan. »Así, pues exclamó Teobaldo levantando la voz a impulsos de la cólera, es por un amor insensato, criminal, por lo que sacrificas el reconocimiento y el deber. »¡El deber!

Es horrible la poesía de estos tiempos, porque los cisnes callan, entristecidos por el luto de la patria, y de su silencio se aprovechan los grajos para chillar. ¿Y dónde me deja usted aquello de Resuene el tambor; veloces marchemos...? Arriaza indicó Quintana ha hecho últimamente una sátira preciosa. Esta noche la leerá aquí.

Y los dos callan, sin saber lo que decirse en estos momentos supremos en que van a separarse acaso para siempre. Azorín dice Sarrió , ¿usted no vendrá más por aquí? No , Sarrió contesta Azorín ; es muy posible que no vuelva. Entonces, ¿no nos veremos más? , acaso no nos volvamos a ver más. Han callado un instante. Y se ponen otra vez en marcha.

Los que llegan á desembarazarse del enredo, y á ver claro en el negocio, ó callan, ó se hallan impugnados por mil y mil á quienes importa sostener la ilusion; y la mancha que cae sobre los embaucadores nunca es tan ignominiosa que no consienta algun disfraz.

De aquí que todos los momentos del alto misterio de la redención se figuren por medio de imágenes que se llevan en andas, y cuyos movimientos silenciosos y solemnes va explicando un predicador desde un pulpito erigido en medio de la plaza y que la muchedumbre rodea. Sólo hablan los seres humanos. Los sobrehumanos callan, salvo algunos ángeles que cantan lo que dicen.

Palabra del Dia

rigoleto

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