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Son además interesantes, porque notamos en ellas el germen de muchas propiedades especiales de los que después le sucedieron, como el baile que se verifica durante la representación, el disfraz del escudero en pastor y de éste en consejero de Estado, los chistes de Mingo, muy semejantes á los de los graciosos posteriores, etc.

De las cerradas y silenciosas casas salía el hálito de la crápula barata, ruidosa y sin disfraz: un olor de carne adobada y putrefacta, de vino y de sudor. Por las rendijas de las puertas parecía escapar la respiración entrecortada y brutal del sueño aplastante después de una noche de caricias de fiera y caprichos amorosos de borracho. Pepeta oyó que le llamaban.

Hoy he estado en palacio para decir que dispongan de mis siete duros mensuales y de la capellanía de las monjas. Me voy; no sólo huyo de la iglesia, quiero evitar su ambiente, y en Toledo no puede vivir un sacerdote «renegado». ¿Ve usted este disfraz? Hoy lo llevo por última vez.

Un sentimiento de orgullo la asaltaba, al verse tan ardientemente disputada. ¡Cuán atrevido y diestro se había mostrado su marido! ¡Y su disfraz era verdaderamente una maravilla! Si no hubiese estado prevenida, jamás hubiera reconocido al elegante Mauricio, en aquel pisaterrones. Se rió sola de los horrores que Mauricio había dicho á Bobart y á su tía.

Ah, seguramente supones prosiguió Julio que ella es la única así. Piensas, además, que su actitud para contigo obedece a perversidades incomprensibles. Pero las cualidades y el carácter de estas porteñas desconcertantes, no son, como en la mujer europea, manifestación natural del espíritu, sino una pura apariencia, un delicado disfraz. Algunas lo llevan durante toda la vida.

Este último, enamorado también de ella, hace vanamente cuanto puede para realizar los deseos de su hermano. La Princesa tiene, mientras tanto, noticia del disfraz del Marqués y de sus proyectos, y para desbaratarlos maquina á su vez otra astucia.

El barbero hizo una gran barba de una cola rucia o roja de buey, donde el ventero tenía colgado el peine. Preguntóles la ventera que para qué le pedían aquellas cosas. El cura le contó en breves razones la locura de don Quijote, y cómo convenía aquel disfraz para sacarle de la montaña, donde a la sazón estaba.

El amor propio adopta muchas veces el disfraz del amor por pura satisfacción de orgullo. Y esto lleva a muchas señoritas a admitir y hasta a estimular las insinuaciones del hombre, que toma por sentimiento real los fingimientos de que es víctima en forma de sonrisas prometedoras, de miradas simulando aquiescencia, de gestos y signos, en fin, que expresan lo contrario del verdadero propósito.

Velázquez se introdujo en el grupo de espectadores y á fuerza de codazos logró pronto colocarse en primera fila. Se puso á examinar las parejas que cruzaban. El disfraz ordinario de las mujeres era el dominó; las había, sin embargo, graciosamente ataviadas con trajes de capricho.

Otras veces, despojado del casco y con disfraz de villano, pero dejando adivinar por su gallardo porte la nobleza y bravura de su sangre, llegaba por la noche al pie de la torre y entonaba, acompañándose con el laúd, preciosas endechas en que la invitaba a huir con él por los campos hasta algún castillo ignorado, lejos de la tiranía de su padre y del esposo aborrecido que le quería dar.