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Muchas de sus páginas, y párrafos de otras, estaban en latín, y lo escrito en castellano cuajado de palabras incomprensibles para Leocadia; pero algunas frases que malvelaban lo que debe ignorar la doncellez, excitaron su curiosidad.

De todas maneras, es de extrañar este laconismo de nuestra heroína, que sabe entretener la pluma en asuntos bien insignificantes, y no se muerde la lengua cuando tiene que declarar faltas enormes. Pero en materia de escrúpulos, ¡hay tantas rarezas incomprensibles! Quien pudiera sacarnos de la duda era su doncella; pero ni la conozco, ni existe, que yo sepa, la historia de su vida y milagros.

Sobre los miles de cabezas empezó á subir y bajar una nube de gorras echadas en alto. ¡Excelente y simpático pueblo! dijo Gillespie, saludándole con una mano. Y mientras una nueva ovación acogía estas palabras, ruidosas como un trueno é incomprensibles para el público, el gigante fué á sentarse en su escabel.

Se dicen esas cosas... y después... si te vi no me acuerdo. Su voz se debilitó y murmuró, con cólera, sílabas incomprensibles. En seguida exclamó con aliento ahogado: Los pequeños... tienen hambre... No hay qué comer... Yo no puedo trabajar. No, pobre mujer, está usted todavía muy débil dijo Elena con dulzura. He traído para ellos pan y carne, y para usted caldo y vino.

Deseoso de verle, empezó á gritar lo mismo que en la mañana, seguro de que el traductor vendría en su auxilio. ¡Profesor Flimnap!... ¡Que busquen al profesor Flimnap! Los numerosos pigmeos se miraron inquietos al oir este trueno que hacía temblar el techo, profiriendo palabras incomprensibles.

Encore un petit verre de cette médecine».... Y una copa mas iba á perderse en el mar interior de aquel estómago incombustible y agitado por las convulsiones de un vértigo incesante. Lo que refiero no es una invención, es la verdad, y yo mismo me aturdia al ver esas escenas singulares, incomprensibles en una mujer y sobre todo en una Francesa.

Así debían oler las emperatrices, así debía ser el contacto de su epidermis. Estremecimientos misteriosos é incomprensibles atravesaban su cuerpo como ligeros vapores, como débiles burbujas del légamo que duerme en el fondo de toda infancia y se remonta á la superficie con las fermentaciones de la juventud. Su padre adivinaba una parte de esta vida imaginativa al ver sus juegos y lecturas.

Papitos, después de asombrarse mucho de la solemnidad con que el señorito hablaba y de las cosas incomprensibles que le decía, empezó a aburrirse.

Empezando por suponer una voluntad dentro o detrás de las cosas para explicarse las particularidades de las cosas, el hombre llegó, por refinamientos sucesivos, a imaginarse los poderes invisibles como productores de los hechos incomprensibles, encarnándolos después en los fetiches para rendirles miedo, vale decir, culto.

Eres tan joven. Tan joven... Este era su estribillo. ¿No se sufre lo mismo a los diez y seis años como a cualquiera otra edad? Estos ancianos son incomprensibles. Yo, por mi parte, le contestaba meneando la cabeza: ¡No comprendéis, mi cura, no comprendéis! Al día siguiente, mientras nos paseábamos por el jardín, le dije: Señor cura, esta noche he concebido una idea. Veamos la idea, hijita.