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Comenzó luego la invidia a apoderarse de los pechos de los que se habían de probar en los juegos, viendo con cuánta facilidad se había llevado el extranjero el precio de la carrera.

No sabía el pueblo despedir a los suyos de otro modo. Luego que el batallón pasó, la calle volvió a quedar casi desierta, huérfana de animación y ruidos: durante unos minutos continuó oyéndose cada instante más débil el sonar de las trompetas, se cerraron los balcones y tornáronse los chicos a sus juegos.

Todos los juegos no son tan viejos como las bolas, ni como las muñecas, ni como el cricket, ni como la pelota, ni como el columpio, ni como los saltos. La gallina ciega no es tan vieja, aunque hace como mil años que se juega en Francia.

La hija de la Chacona creció en casa de Coletilla, y fué mujer. Creció sin juegos, sin amables compañeras, sin alegrías, sin esas saludables y útiles expansiones que conducen felizmente de la niñez á la juventud. Elías no la trataba mal, pero tampoco era muy cariñoso son ella.

Cuando se acabaron los juegos, sería el crepúsculo de la noche; y cuando el rey Policarpo quería levantarse de su asiento, con los jueces que con él estaban, para premiar al vencedor mancebo, vió que, puesto de rodillas ante él, le dijo: " Nuestra nave quedó sola y desamparada; la noche cierra algo escura; los premios que puedo esperar, que por ser de tu mano se deben estimar en lo posible, quiero, ¡oh gran señor!, que los dilates hasta otro tiempo, que con más espacio y comodidad pienso volver a servirte.

La Villasis, apoyada en la ventana, seguía con la vista los juegos y carreras de aquel bello ángel, que ocupaba y llenaba por completo su corazón, con ser este tan grande. Era aquella niña su nieta, hija de su única hija, muerta al darla a luz cinco años antes, y huérfana también de padre.

El capataz los seguía en sus juegos con miradas de ternura, sintiendo orgullo de que sus hijos se tutearan con los hijos y parientes del amo. Era la Igualdad soñada, aquella Igualdad por la que había expuesto su vida, y que al fin llegaba para él, sólo para él. Algunas veces se presentaba el marqués de San Dionisio, y a pesar de sus cincuenta años lo ponía todo en revolución.

La mujer de un hermano es casi una hermana ya. Y, midiéndolo de pies a cabeza con una sonrisa, añade: Creo que, con un hermano como , se podría ir a cualquier parte. Cinco pies y diez pulgadas, ex hulano de la guardia... ¡si basta eso!... Y en último término, serías también un buen compañero de juegos. ¿Necesitas uno?

Nacidos ambos de la misma raíz, de los juegos escénicos sagrados y profanos de la Edad Media, aparecen en Inglaterra, en el primer cuarto del siglo XVI en las obras de John Heywood , y en España en las de Naharro y Gil Vicente, los albores de una comedia propia y popular.

»DOCTOR. Y por ventura señor Maestro, mandan nisperos los Priores de la farsa? Tan necesarios son de semejantes juegos como quantos ay. Apenas formará tales concetos nuestro primerizo, quando como platicos fulleros le irán mirando a las manos, ponderando las palabras, y el fin con que las dexare caer. Mas no es bien passar adelante sin alguna oposicion. Haced cuenta, que como Catedratico os poneis al poste; y va de argumento. Dezidme, quien os assegura que ningun Autor ha de ir a casa de Poeta incognito? Engañado vivis. Quiera Dios, que aun entrandoos por la suya, seays admitido, y que os toque vez tras muchos dias de pretenzion y agasajo. Esto mi Rey, no es componer comedias con arte, sino referir los estrechos por donde aveis de passar forçosamente; y asi concededme tantica atencion, y no os de pesadumbre lo que oyeredes. No ay en esta vida trance tan penoso como es la primera introducion y noviciado de un poetilla Comico. Los professores de esta mala secta, o son libres y determinados, o timidos y vergonzosos. Demos que la insolencia de los primeros no aya menester valedores, sino que ellos proprio motu se aparecen como Santelmo en la congregacion farseril. Suele el más alentado proponer al Autor, le quiere leer una comedia la mas famosa que jamas se presentó en teatro. Dize bellezas de la traza, sublima las apariencias, encarama los versos, y sube de punto los passos mas apretados de risa: y quierā, o no las circunstantes, comienza con abultada voz, y peregrino aliēto a publicar su encarecido papel. Advierte con grande pūtualidad las entradas y salidas, y particularmente las diferēcias de trages. Entre otras cosas no da lugar a q