Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de junio de 2025
Amaba infinitamente más a Mercurio que a Venus. Su afición al juego, a toda clase de juegos, era tan desmedida que bien podía decirse que su vida entera estaba consagrada a ella, que había nacido para jugar. Vivía solo, con ama de llaves, criado y cocinera.
Y así, la imaginación mece al alma y el cuerpo en silencio, como el carcelero, conmovido ante los juegos inocentes de los niños que custodia, acepta la vigilia para contemplar las rondas armoniosas de sus huéspedes sublimes... Por fin la honda laxitud venció.
No en balde se afirmaba que Vetusta se distinguía por su acendrado patriotismo, su religiosidad y su afición a los juegos prohibidos. La religiosidad y el patriotismo se explicaban por la historia; la afición al juego por lo mucho que llovía en Vetusta. ¿Qué habían de hacer los socios, si no se podía pasear?
Sabía que al Vivero iban todos aquellos locos, Visitación, Obdulia, Paco, Mesía, a divertirse con demasiada libertad, a imitar muy a lo vivo los juegos infantiles. Ripamilán se lo había dicho varias veces.
Artegui puso fin al ataque pagando los juegos elegidos y dando las señas del hotel para que se enviasen. Libres ya, salieron; pero Lucía, enamorada de la hermosura y sosiego de la noche, se mostró deseosa de prolongar algo más el paseo. Volvieron a cruzar ante los iluminados cafés, bordearon el teatro y tomaron hacia el puente, a tales horas casi solitario.
Has de saber que aunque en el Cielo tenemos juegos eternos; siempre deliciosos, el Abuelo nos manda al mundo esta noche para que enredemos un poco en los Nacimientos.
La gran selva, que tan sombría y severa se presentaba á los que allí traían la culpa y las angustias del mundo, se convirtió en compañera de los juegos de esta solitaria niña. Se diría que, para divertirla, había adoptado las maneras más cautivadoras y halagüeñas: le ofreció bayas exquisitas de rojizo color, que la niña recogió, deleitándose con su agreste sabor.
Pues en su lugar había un prado que cogía parte de la plaza de San Francisco. Allí jugábamos al jito, y á la catona, hasta sudar la gota de medio adarme; también jugábamos á las guerrillas y al rodrigón, juegos muy en uso entonces que los había traído un salmista de Cervatos, emigrado por cierto pique que tuvo con un prebendado de aquella Colegial.
En otros tiempos un rayo de amor divino bajaba sobre mi durante la solemnidad tranquila del domingo. El sonido bronco de la campana llenaba mi alma del presentimiento del porvenir y mis oraciones eran un goce ardiente. La misma campana anunciaba tambien los juegos de la juventud y la fiesta de la primavera.
Lugar donde son incinerados los animales muertos para aprovechar sus huesos. Recordaba á sus hijos cuando se introducían en la cuadra para tirar de la cola al Morrut, el cual aguantaba con dulce pasividad todos los juegos de los chicos.
Palabra del Dia
Otros Mirando