Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de junio de 2025


El humo de los hornos que durante toda la noche velaban respirando con bronco resoplido se plateó vagamente en sus espirales más remotas; apareció risueña claridad por los lejanos términos y detrás de los montes, y poco a poco fueron saliendo sucesivamente de la sombra los cerros que rodean a Socartes, los inmensos taludes de tierra rojiza, los negros edificios.

Sentado como se hallaba, así y en media voz, y ésta ronquilla, y más asomada a lo bronco que a lo apacible, se entretenía cantando de esta manera: MORETO Nací muy pobre, ¡oh qué dolor! Bien, pobre aun soy, mas esto es hoy mañana no. Que quien desprecia, ¡viva el valor!, en lid la muerte, al fin la suerte lo coronó. Lid haya y guerra , ¡vive Dios!, bien corra el dado, y de soldado a conde iré.

Vayan pues los leyentes con letura, Qual dice el vulgo mal limado y bronco, Que yo soy un poeta desta hechura. Cisne en las canas, y en la voz un ronco Y negro cuervo, sin que el tiempo pueda Desbastar de mi ingenio el duro tronco: Y que en la cumbre de la varia rueda Jamas me pude ver solo un momento, Pues quando subir quiero, se está queda.

Era un gemido que ensanchaba su intensidad; un triángulo sonoro, con el vértice en el horizonte, que se abría al avanzar, llenando todo el espacio. Luego ya no fué un gemido, fué un bronco estrépito; formado por diversos choques y roces, semejantes al descenso de un tranvía eléctrico por una calle en cuesta, á la carrera de un tren que pasa ante una estación sin detenerse.

Su grito bronco y desafinado llegaba perfectamente hasta la tienda y hacía sonreir á los padres graves en los momentos de silencio. La charla de éstos sólo llegaba á la trastienda cuando degeneraba en disputa. Á las diez se levantó una señora diciendo que era muy tarde. Las demás lograron convencerla de que debía esperar la última lotería.

La última parte de mi viaje, de noche y lloviznando; los pasillos negros de la casona; la cocina tan grande, tan oscura al principio, de tan extraño aspecto después a la luz de la enorme fogata; el pelaje y las cosas de mi tío; la mujer gris aparecida de repente; el tenebroso páramo del comedor, explorado a la luz mortecina del farolillo de cuatro cristales empañados por la roña; el silencio de «afuera»... peor que el silencio absoluto: un rumor lejano e intermitente, bronco, algo por el estilo del que puso espanto en el esforzado pecho de Don Quijote cierta noche en las proximidades de Sierra Morena, y el otro silencio de la casa en cuanto cesaba de hablar mi tío, me habían impresionado de mala manera.

Pero un hombre de gusto, con la mirada habituada a la percepción de las delicadezas europeas, nota al instante cierto tinte especial: el sello del advenedizo, que no ha tenido tiempo de completar esa dificilísima educación del hombre de mundo de nuestro tiempo, capaz de distinguir, al golpe de vista, un bronco japonés de uno chino, un Sévres de un Saxe; una vieja tapicería de una moderna.

Y el barón, por su gesto, constantemente desabrido, por lo bronco y recio de la voz y por la brusquedad con que acostumbraba a hablarles, era para las inocentes criaturas un verdadero ogro. Iba constantemente armado de un par de pistolas; el estoque de su bastón era un verdadero sable.

Alguna de la que a él le sobra, le hace falta a usted, don Federico respondió María . Y para que usted lo sepa, no me da la gana de aguantar a ese zopenco, más rudo que un canto, más bronco que un escambrón y más áspero que un cuero sin curtir. Así, me voy. Diciendo esto, se salió la Gaviota y Stein la siguió.

Un vocerío en la calle, un clamor áspero y bronco, que hizo retemblar las vidrieras, desgarró su visión. ¿Qué es esto? exclamaron algunos. Ramiro, que se hallaba próximo a una de las ventanas, se puso en pie, abrió las maderas y miró. Un grupo de villanos avanzaba hacia el solar cruzando la plazuela.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando