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El enfermero lo salió acompañando, y lo acompañó hasta la misma esquina de la iglesia: Cañete volvió varias veces la cabeza mientras atravesaba el atrio y allí estaba el pobre italiano mirándolo y poniendo una cara como de quien no puede aguantar el llanto.

Pongo, pongo.... Pero a me están embromando también a cada rato con las primas..., y hay que aguantar, que no lo hacen con mala intención; es por reírse un poco. Hay bromas de bromas, y a me parecen delicadas para un sacerdote las que tocan a la honestidad y a la pureza. Si aguanta uno por respetos humanos esos dichos, acaso pensarán que ya tiene medio perdida la vergüenza para los hechos.

Es decir que el público es nadie, y que tenemos que aguantar... Pero señora, es que... ¡No me diga usted, no me diga!... ¡Todo es porque el ministro no se incomode!... ¡Cuidado, no se vaya a mancar firmando! Pero señora, si es que...

Estamos en eso, caballero... Pero un hombre siempre es un hombre... Verdad. Y los hombres se portan como hombres. También verdad. Y cuando no hay más remedio, hay que aguantar la mecha, tener paciencia, y barajar, y decir: «Pues, señor, otros han ido antes que yo, y otros vendrán también». Mire usted, caballero: yo he visto a una mujer... ya ve usted que una mujer no es lo mismo que un hombre.

No cómo tenías paciencia para aguantar tal retahíla de mentiras y sandeces... Y ahora se sale con vender novedades... ¡qué porquerías serán esas! Te aseguro que me daba un asco... La entrada del Sr. de Pez cortó la serie de observaciones que sin duda habían de ilustrar el asunto.

Como nos empeñemos todos en ser perfectos, no nos podremos aguantar unos a otros, y habría que andar a bofetadas... Bueno, pues te decía, que ese pobre niño queda bajo mi protección; pero no vendrá a esta casa, porque sería indecoroso, ni a la casa de ninguna persona de la familia, porque parecería tapujo».

Llega un momento en que el alma no puede ya aguantar la esclavitud, y es preciso soltarse. ¿Cómo? Mira». Fortunata tiritaba, discurriendo si se levantaría para llamar a doña Lupe. «Esto es un puñal... bien afilado... Hay que tener en cuenta que la bestia se defiende, por muy decaída que esté. La carne es carne, y mientras tenga vida hace la gracia de doler.

Hasta allí llegaban, sin embargo, los ecos de la lucha, ¡y de modo harto expresivo!... Los partidarios de Pérez enviaban su adhesión a la familia que suponían lo representara en el pueblo, en forma de felicitaciones para Coca, por su compromiso. Nadie se daba, pues, por enterado de la rectificación de La Mañana... ¡Y había que aguantar aquel chubasco de inoportunísimas enhorabuenas!

Las mugeres de distincion, ó las parientas de los caciques pueden tener esclavos que las ayuden, aun en lo mas penoso de sus trabajos; pero si carecen de ellos, deben aguantar como las demas. Corresponde al marido hacer las provisiones de caballos, avestruces, guanacos, liebres, jabalies, armadillos, antas, &a., ó lo que el país produce.

Mas para el aficionado madrileño, el ver recibir un toro es una de esas ilusiones que jamás se realizan aunque vivan constantemente en el corazón: aguantar lo hacen varios toreros; pero recibir, lo que se llama recibir de verdad, no lo han hecho más que los héroes antiguos del toreo.