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Todo lo cual oido por los señores caciques que allí eran, dijeron á Inca Yupanqui que les placia y holgaban de lo hacer bien ansí como el Inca se lo habia mandado.

Hasta entonces, y mucho despues, el que presidia el vasto vireinato de Buenos Aires mandaba obsequiar á los caciques para que no le hostilizasen, y era general el deseo de salir de un estado tan degradante.

Los caciques que me dan estas noticias, no saben fijar la situacion del fuerte portugues; pero dicen, que cuando van á pescar al rio, desde su última tolderia oyen tiros. Los Payaguás-Tacumbús me dicen que, desde la última tierra de los Mbayás á dicho pueblo portugues, pueden ellos ir en dos ó tres dias con sus canoas.

Eran estos los dos Caciques de mayor nombre y poder de la tierra; y para dar principio á la nueva cristiandad, era necesario concordarlos entre , y apagada toda malevolencia, volverlos á hacer amigos.

Para remediar este mal no veo otro recurso que el de repartir, y dar debalde los terrenos á los que se quieran quedar. Por lo que toca á la oposicion que se puede temer do los indios, la considero de poca monta. Algunos caciques han convenido en que nos avancemos lo que se proyecta, y estamos en paz.

S. E. dirigió luego la palabra á los demas caciques, y estos respondieron, que á presencia de lo dispuesto por su gefe, nada les restaba mas que obedecer.

Pocas millas faltaban para llegar al lugar donde el P. Suárez había vuelto atrás, cuando los dos caciques se dejaron salir de la boca estas palabras: «Gran lástima tenemos de vosotros, porque os han de robar y matar los Tuquís que discurren por este camino». Tuquís llaman á los pueblos que no son de su nación.

El cacicazgo por lo general, entre esta clase de indios, no es de sangre, como firmemente lo observan sus ascendientes los Araucanos: es por eleccion, y solo para los casos de guerra y parlamentos, y fuera de esto no le guardan respeto ni miramiento alguno, y en sus riñas salen tan descalabrados los gefes como los demas, si no tienen la suerte de defenderse con destreza, que en tales casos y resultas es cuando se acreditan para ser elevados á caciques.

Calfuy da noticia hasta del nombre de los caciques, amigos de los españoles. Rupayan cuenta de la situacion, armas, caudales, y de haber encontrado sal. Artillanca manifiesta lo mismo. Antipan se esplaya mas sobre las circunstancias de la laguna y fortaleza de la primera ciudad, y situacion de la segunda, y las islas que hay dentro de la laguna.

Entablada con esto la amistad de entrambas partes, se despidieron de nosotros los caciques, contentos y alegres con la esperanza de tener dentro de poco tiempo Misioneros, y ordenaron á algunos de sus vasallos que nos sirviesen con sus canoas, proveyéndonos de pescado por espacio de ciento y ciencuenta leguas de camino, que no fué pequeño socorro por la carestía de vituallas, de que ya padecía mucho nuestra gente y los PP. apenas tenían con qué sustentarse, por haberse corrompido ya el vizcocho y echado á perder el maíz; y el cuotidiano mantenimiento del P. Superior, por espacio de cuatro meses, fué sólo una simple escudilla de habas.