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Hasta entonces, y mucho despues, el que presidia el vasto vireinato de Buenos Aires mandaba obsequiar á los caciques para que no le hostilizasen, y era general el deseo de salir de un estado tan degradante.

Además, Rafael y Roberto se encargaban de dar a la merienda el tono de distinción que tanto agradaba a doña Manuela. ¡Vaya unos chicos atentos! ¡Cómo sabían obsequiar a las muchachas...! «No me desprecie usted esta aceituna...» «Lolita, ¡por Dios! acepte usted esta rodajita de salchichón...» «Vamos, un pedacito más: ¡no me deje usted feo

Las fiestas reales, en que con mayor o menor lucimiento se han lidiado toros para solemnizar algún suceso fausto y aumentar el regocijo público, están mencionadas en el libro del señor conde con escrupulosidad y con prueba de documentes fehacientes, desde las que hubo en el año de 1144 en León para celebrar las bodas de doña Urraca, hija del rey Alfonso VII, hasta las que hubo en Sevilla en 1877 para obsequiar al rey D. Alfonso XII.

A eso de las cinco fue el misántropo a una tienda de la Plaza Mayor a ver las mantas granadinas con que quería obsequiar a sus amigos ingleses. Allí estuvo un cuarto de hora, y el tendero le propuso mandarle con Plácido lo mejor que tenía, para que escogiese. Ya era casi de noche, y valía más que el señor examinase de día el género. Así se convino y volviose a su casa.

Se cuenta que cuando algún campesino que presume de muy rumboso quiere obsequiar a su novia o a la muchacha a quien va acompañando, se dirige al confitero y le pide yemas o batatas. ¿Cuántas quiere usted? dice el confitero poniendo en uno de los platillos del peso la pesa de cuarterón. Eche usted jierro responde el galán. El confitero pone la pesa de media libra.

Tuvieron presente los Señores deberse obsequiar á los oficiales y tropa de la primera guardia de honor que se ha puesto á este Cabildo Gobernador; y mandaron que por el Tesorero de propios se entreguen á cada uno de los cuatro oficiales un relox bueno, y se repartan cien pesos entre la tropa. Con lo que se concluyó la acta, que firmaron dichos Señores, de que doy .

Capitán Tenten abrió la boca y en perfecto bicol dijo á la reunión que la derramita que había echado para obsequiar al pueblo había dado 700 pesos, los mismos que guardaba en su arca su digna esposa. Lo del obsequio y lo de la digna esposa no lo entendí bien al principio, más luego lo fuí comprendiendo tan perfectamente que casi casi me atrevía yo á hacer todos los meses un obsequio como aquel.

Quiero obsequiar con una copa a todos los valientes que conmigo han salvado a Jerez. Porque, créeme, Ferminillo, que soy yo, sólo yo, quien ha resistido a esos pillos. Mientras las tropas estaban en los cuarteles, yo estaba en mi sitio. ¡Me parece que la ciudad me lo debe agradecer, haciéndome algo!... Pasó un pelotón de jinetes, con los caballos al trote.

Un hombre, con toda la barba, pero sin bigote, de levita y sombrero alto, grave y solemne, apareció en la cubierta del yate, con un diario en la mano. Es el último número del New York Herald que han tomado antes de partir, para obsequiar al capitán. La llegada del práctico es siempre un acontecimiento a bordo; parece tener un aire de ciudad, cierto aspecto de tierra que alegra el espíritu.

Sabed que ha sido siempre costumbre del Pájaro Verde que el último en llegar pague una convidada. ¿Os conformáis á ello? Me guardaré yo de contravenir los usos de vuestra casa, señora ventera. Pero no estará de más decir que si mi voluntad es buena mi bolsa no está muy henchida; sin embargo, daré con gusto hasta un ducado por obsequiar á los presentes.