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Inclinó la cabeza sobre el pecho y cerró también los ojos, apretándolos con las yemas de los dedos, cual si tratara de contener el torrente de pensamientos que se escapaban de su cerebro. El viento y la lluvia habían cesado. No se oía en la estancia más que el rumor lejano de las olas batiendo contra los peñascos.

SALSA REMOLADA A LA FRANCESA. En agua hirviendo se blanquean durante cinco minutos perejil, charlotas, pepinillos en vinagre, perifollo, estragón y alcaparras; después de frío y escurrido en un paño, se hace una pasta en el mortero, machacando todo bien; se agrega media docena de yemas de huevos cocidos y otra media de anchoas sin espinas.

Sin embargo, por uno de esos caprichos inexplicables de las jóvenes, Esperancita mostrábase más afectuosa y deferente con Maldonado, contra su costumbre. Y los tres ofrecían un espectáculo curioso y divertido. Los criados circulaban con bandejas llenas de sorbetes, jarabes, confites y frutas heladas. Ramón llamó a uno para ofrecer a Esperanza ciertas yemas a las cuales sabía que era aficionada.

En el Índice, un señor empleado lee con toda calma la papeleta, y sin decirle palabra desaparece con ella por el foro. Nuestro sabio espera una buena media hora tocando el tambor sobre las rejas de la valla con las yemas de los dedos.

Se adaptan bien; se espolvorean con azúcar y canela y se les pasa por encima la pala candente. TORTILLA CON DULCE. Se trabajan bien cuatro yemas con cincuenta gramos de azúcar molida; se añaden las claras batidas a punto de nieve, cincuenta gramos de harina y un vaso de nata bien batida.

Con estas graves palabras y con ciertos ¡bah! y ¡oh! muy expresivos y cariñosos de los comensales la joven señora se dio por satisfecha y para demostrarlo se desquitó de aquella inesperada privación atacando de un modo alarmante a las yemas de coco. Pasaron a la serre a tomar el café, donde les sorprendió poco después la llegada del marquesito del Lago.

BIZCOCHO PARA BANQUETE. Se baten doce claras a punto de nieve, y muy despacito se va incorporando unos ochocientos gramos de azúcar muy fino y cuatrocientos de harina buena; cuando esto está muy trabajado se mezclan las doce yemas, que se habrán batido aparte. Se unta un molde grande con mantequilla, y se cuece al horno.

BOLLOS DE LECHE. Con medio cuartillo de leche cocida se pone un poco de sal, ciento cincuenta gramos de azúcar y un poco de mantequilla; se trabaja bien, se pone un bolito de levadura, cuatro yemas de huevo y la harina necesaria, cuidando que la masa quede un poquito blanda; en sitio templado se deja en reposo unas diez o doce horas.

Permanece triste y sombrío el bosque hasta la primavera, cuando las primeras flores se abren junto á los charcos de nieve derretida, cuando las sonrosadas yemas irradian sobre todo el ramaje como una vaga luz auroral. Más sombría y de más terrible apariencia es la selva de abetos que crece á la misma altura que las hayas en la vertiente de la montaña, pero con diferente expansión.

Ó te traigo las yemas esta noche, ó me tiro por la muralla. Y al día siguiente, cuando nadie pensaba en ello, se daba el guapo una palmada en la frente. ¡Caramba, qué cabeza la mía!... ¡Ya se me han olvidado otra vez las yemas de Soledad!... ¡Vive Dios! Pero ahora no se me olvidan; pueden ustedes estar seguros. Y sacaba el pañuelo y le hacía un nudo. Los tertulios reían.