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Actualizado: 14 de julio de 2025
Los dolores de los dientes no tienen la violencia que se observa en otros medicamentos: son variados, y la mayor parte irradian á otros puntos; se estienden al oido, á la sien, á la garganta; aparecen por la tarde y la noche, se agravan si ya existen; los dientes parece que se alargan, la masticacion aumenta el dolor, y este parte del fondo del alvéolo.
Sus hojas transparentes, que guarnecen flexibles enramadas, Irradian luces mil, resplandecientes En medio de penumbras, azuladas, Y esparcen, difundidos en su brillo, Los campestres olores del tomillo Refrescados por niveas sampaguitas, Burlonas de las cuitas.
Yo soy como un ciego que canta á la puerta Deseando al que me oye placeres y amor, Deseando que nunca se mire cubierta La gaza, con perlas que borde el dolor. ¡Mas no soy tan ciego! pues miro en el cielo Brillar las estrellas con tibio fulgor, Y luego eclipsarse si entreabre su velo Mostrando dos ojos que irradian amor. ¡Oh juicio divinal! Cuando mas ardía el fuego Echaste el agua.
Estando en aquellos comentarios ya largo rato hacía el matrimonio, hízose anunciar la marquesa; y poco después entró, llenando el despacho de fragancia, de crujidos de seda cara, y de esa luz especial que irradian, en las moradas tristes y descoloridas, las mujeres hermosas y elegantes.
Permanece triste y sombrío el bosque hasta la primavera, cuando las primeras flores se abren junto á los charcos de nieve derretida, cuando las sonrosadas yemas irradian sobre todo el ramaje como una vaga luz auroral. Más sombría y de más terrible apariencia es la selva de abetos que crece á la misma altura que las hayas en la vertiente de la montaña, pero con diferente expansión.
Y yo le dije: «Tu terror es vano, sigamos esa luz trémula y pura, que nos bañen sus rayos cristalinos, sus rayos sibilinos que ya auguran e irradian la belleza y la esperanza. Mira: la senda de los cielos busca; sigamos sin temor sus limpios rayos que ellos a playa llevarán segura, sigamos esa luz limpia y tranquila a través de la bóveda cerúlea.
Después de un día de penas, apuros, celos y disputas, llega la noche, y para consolarte... das un baile. ¡Qué gracioso! Satisfaces tu orgullo y tus apetitos determinando en ti una gran excitación cerebral, de la cual irradian sensaciones y goces. Sabes vestir con tal arte la mentira, que tú misma llegas a tenerla por verdad. Te engañas con tus propias farsas, desgraciada.
Durante el día, sus paredes enjalbegadas la destacan en blanco del fondo verde de la huerta que le rodea; por las tardes, en cuanto el sol se pone, centenares de cristales se alumbran en su fachada; ya de noche, las luces del interior irradian su luz por las ventanas, y, como la de un faro, brillan á diez leguas de distancia.
Palabra del Dia
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