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«Durante toda mi existencia pensaba Francisco han ido cayendo en el pasado todos mis días, lo mismo que esos pétalos secos, sin que un solo acto generoso los haya iluminado un instante. Ya no será ahora así, ya tendré un rayo de sol en mi pobre vida

Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía.

Esto, sin embargo, no estaba claro, y Luisa quería ponerlo como la luz del sol; porque tratándose de asuntos de su marido, Luisa estaba segura de domesticarle. ¿Y os atrevéis á abrazarme después de lo que habéis hecho, miserables? dijo al fin el cocinero mayor, que quería conservar su entereza.

Salvatierra se exaltaba, elevando su voz en el silencio del crepúsculo. El sol se había ocultado, dejando sobre la ciudad una aureola de incendio. Por la parte de la sierra destacábase en un cielo de color de violeta la primera estrella anunciadora de la noche.

Al ponerse el sol paramos en una de estas piedras, junto á una barranca que está al lado del N: caminamos este dia 6 leguas. Su sonda, de mas de tres varas, salvo las dichas canales: tiene el rio barrancas altas y maderas de las ya dichas.

Por último, toda vegetacion desaparece, la vida termina bajo todas sus formas risueñas, las aguas se coagulan ó se filtran para perderse en los abismos subterráneos, y no quedan sino, desiertos de granito y mares de hielo, donde solo se siente el grito estridente del águila ó el mugido aterrador del huracan.... En aquellas alturas el sol mismo pierde frecuentemente su esplendor; la soledad de un eterno invierno impera sobre abismos insondables, que guardan en sus concavidades el misterio admirable de la fisiología del globo.

Los de la Ribera de Curtidores miran a los de aquí como puedan mirarles a ellos los comerciantes de la Puerta del Sol.

En ella veíanse, también representados por hombres, á Jesús, la Virgen, Santo Domingo y San Francisco, con dos juglares que aquel año fueron Juan Canario y «su compañero» y otro que se ocupaba en lanzar truenos desde la «rocacobijados por un cielo de algodón en rama, azul, , con sus estrellas el sol y la luna, el cual por medio de un mecanismo abríase y cerrábase de cuya operación se encargaban angeles.

¡Oh pobre corazón! ¡Icaro triste y triste Prometeo! si subes a la altura el sol te embiste y, amarrado a la roca del deseo, ni dicha ni quietud para ti existe. Y esto lo sabes bien, ¡oh entraña mía! y sabes del sendero que es muy largo ¡oh entraña! y, sin embargo, vas cruzando el sendero en tu porfía.

Si hubiera dado pruebas de valor y de alegría, si hubiera velado para que su pie no tropezara con las piedras del camino, si hubiera puesto un poco de sol en su existencia, quizá habría podido vivir feliz a mi lado.