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Son estos religiosos de la congregacion de S. Pablo, primer ermitaño, y viven ejemplarmente siguiendo la primitiva regla, reformada por el venerable Juan de Dios de S. Antonino, en una de las montañas de la Sierra al norte y á una legua escasa de Córdoba.

En Petrópolis no hay nada que ver, absolutamente nada: es sitio de recreo por el viento fresco y puro que allí se respira: su grande altura es causa de que la temperatura sea fresca, eso es todo. Desde la cima de la sierra se alcanza el mar, las montañas y una deliciosa campiña.

Cuatro son las principales cordilleras de Mindanao, según los autores que se han ocupado de estudiar el Archipiélago filipino. La segunda corre de N. á S., desde la sierra de Surigao hasta el monte «Catalan», terminando en el cabo San Agustín. Se encuentra interrumpida como la anterior por la cuenca de Butuan.

No importaba; ella les haría hablar de lo que quisiese. Le enseñaban geografía; donde había enumeraciones fatigosas de ríos y montañas, veía Ana aguas corrientes, cristalinas y la sierra con sus pinos altísimos y soberbios troncos; nunca olvidó la definición de isla, porque se figuraba un jardín rodeado por el mar; y era un contento.

Esta poblacion nos aseguraria una segunda comunicacion con los Chiquitos, investigaria las minas de oro y diamantes que, segun dige á V. E. en 30 de Abril, presumo que existen en la sierra cercana de San Fernando, y finalmente observaria de cerca

Aquel fue un golpe terrible para Juan Claudio, Catalina, Materne, Jerónimo y para la sierra entera; mas el relato de estos acontecimientos no entra en el campo de nuestra historia, ya que otros han relatado tales cosas.

Los arroyos y rios que vierte por uno y otro lado la Sierra no llegaban como ahora sin merma á la llanura: recogíase su precioso caudal en acequias para regar las huertas y vergeles, ó en presas para mover molinos y batanes, ó en balsas para otras industrias.

Capítulo XXIII. De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan Viéndose tan malparado don Quijote, dijo a su escudero: -Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar.

Puede en rigor decirse que el agua de la mezquita era la que abastecia á toda la poblacion. El cabildo eclesiástico era propietario por concesion del rey S. Fernando de toda el agua de las dos huertas de la Sierra denominadas de Sta. María y del Hierro. N, núm. 271, fol. 17; caj.

»Con este deseo, ha no cuántos meses que entré en ellas, donde hallé un ganadero que me llevó por su criado a un lugar que está en las entrañas desta sierra, al cual he servido de zagal todo este tiempo, procurando estar siempre en el campo por encubrir estos cabellos que ahora, tan si pensarlo, me han descubierto.