United States or Qatar ? Vote for the TOP Country of the Week !


Nacen de aquí consideraciones muy graves sobre el buen uso de la oratoria, y en general de todas las artes que ó llegan al entendimiento por conducto del corazon, ó al ménos se valen de él como de un auxiliar poderoso. La pintura, la escultura, la música, la poesía, la literatura en todas sus partes, tienen deberes muy severos, que olvidan con demasiada frecuencia.

Jacobo apretó cordialmente entre las suyas la mano que la dama le tendía, y le contestó con no menor cariño y agasajo: ¡Ya lo creo que me acuerdo!... Los encuentros contigo no se olvidan fácilmente... Pero que te has plantado en los veinticinco años: siempre tan... ¡Jacobo, por Dios!... Que abofeteas a la verdad por decir una galantería. ¿No me ves la cabeza?... ¡Blanca!

Tenemos un alemán que está en la cama inmediata. Los colocaron así inadvertidamente; ahora es tarde para moverlos. »Los hombres de Europa olvidan sus rencores al verse en los límites de la vida. Este africano es de cólera larga. Cuando cree que no le ven, enseña el puño al enemigo inmediato, que le mira con unos ojos redondos y asombrados, lo mismo que si estuviesen aún en el campo de combate.

Vive Dios, que se le olvidan Más de doce mil que fueron A Granada, y á otras partes; Y aun era tan recio el tiempo, Que se morían más postas Que tienen las cuentas ceros. Más: de dar á sacristanes, Que las campanas tañeron Por las victorias, que Dios Fué servido concedernos, Seis mil ducados, y treinta Y seis reales. ; que fueron Infinitas las victorias, Y andaban siempre tañendo.

Pero Teri movía la cabeza negativamente, con una tenacidad reflexiva en el gesto y unos ojos de misterio, como mujer que sabe que en amor las confesiones francas no se olvidan ni se perdonan. Todo mentiras... calumnias. Nada tengo que contarte. Olvida eso; no te atormentes... No hubo nada; y aunque algo hubiese... ¡yo no te conocía entonces, no te conocía!

Nada me parece más a propósito para infundirles algún consuelo dijo Núñez . Realmente en los momentos de tristeza y desesperación, si algo puede llevar el sosiego al alma ulcerada del delincuente, es la consideración de que se encuentra delante de la ciencia y de que ésta le contempla. Así es, amigo Núñez, así es. Usted sabe poner los puntos sobre las íes. Alguna vez se me olvidan.

Se olvidan las fatigas del viaje, se olvidan los caimanes y se cae absorto en la contemplación de aquella escena maravillosa que el alma absorbe, mientras el cuerpo goza con delicia de la temperatura que por momentos se va haciendo menos intensa. Sobre las orillas, casi a flor de agua, se levanta una vegetación gigantesca.

El cazador de animales y el de hombres también se alegran cuando, después de porfiada persecución por bosques y barrancos, ribazos y valles, se encuentran frente á su víctima y consiguen alcanzarla con sus balas. Ni fatigas ni riesgos les han hecho cejar, porque una esperanza los sostenía, y cuando descansan junto á la derribada presa, olvidan cuanto han padecido.

Pero aquel día no tuvo ni una mirada para aquel cuadro familiar y dejándose caer en una butaca, se abandonó a un verdadero acceso de misantropía agresiva. Su tío, su prima, su madre misma, pasaron allí un mal cuarto de hora. ¡Oh! ¿De qué no son capaces esos vividores camastrones que olvidan los derechos sagrados de la familia?

La cabeza era exigua; su rostro tenía el arrugamiento de las manzanas invernizas, de las ciruelas, de todas las frutas que se contraen y momifican, perdiendo su líquido. «¡Doña Pepa!...» Los dos viejos se tuteaban ahora en presencia de Ulises, con la tranquila amoralidad de los que se ven próximos á la muerte y olvidan los temores y escrúpulos de una vida que se va derrumbando á sus espaldas.