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Preguntaba por los fondos de cierta cofradía del Rosario, que no parecían, hablaba en términos irrespetuosos de las Hijas de María, y decía chuscadas a propósito de la novena, de las confesiones y de los escapularios con que se adornaban las jóvenes beatas de la villa.

Después de esta breve conferencia no se disiparon las confesiones ni se calmaron las ansias del insigne Cordero, antes bien, se dio a cavilar más en el silencio de la noche, buscando entre sus recuerdos alguna sentencia del ginebrino que iluminase un poco sus tenebrosos pensamientos; pero Juan Jacobo no decía nada, y hasta de su querido filósofo y consejero se vio desamparado en tan tristes horas el hombre más bondadoso que por aquellos tiempos existía en el mundo.

¿Era de esperar que Zakunine hubiera cumplido la única condición impuesta por la desventurada?... Al reconstruir con la ayuda de esas confesiones el carácter del acusado, veía Ferpierre que el juicio adverso a ese hombre, formulado por Roberto Vérod, no era fruto de la pasión.

No tienes una idea del número de criaturas que pasan diariamente por aquí, y a las que vendo, por diez francos, unos tarros de pomada que a nosotros nos cuestan cincuenta céntimos, comprendido el envase. ¡El temor de envejecer...! ¡Esto es terrible para las mujeres que no saben hacerse viejas...! ¡Bah...! ¡No hay sacerdote que haya oído las confesiones que yo escucho a diario en uno de estos compartimientos!

Aquí tiene usted el porqué de muchas ocupaciones del cristiano, el por qué del culto externo, más visible y hasta aparatoso en la religión verdadera que en las frías confesiones protestantes.

Tal es la pregunta que me inquieta mirándoos. Vuestras primeras páginas, las confesiones que nos habéis hecho hasta ahora de vuestro mundo íntimo, hablan de indecisión y de estupor a menudo; nunca de enervación, ni de un definitivo quebranto de la voluntad. Yo bien que el entusiasmo es una surgente viva en vosotros.

Nada importa que haya ordenado: «No matarás» y que su hijo dijese en la tierra: «Bienaventurados los pacíficosEl cristianismo, según los sacerdotes alemanes de todas las confesiones, sólo puede influir en el mejoramiento individual de los hombres y no debe inmiscuirse en la vida del Estado.

Pero mi vanidad fue cruelmente castigada, porque advertí un día que se me hacía repetir con demasiada frecuencia mis desgracias. Más desconfiado, estudié aquellas almas generosas, y escuché las reflexiones que hacían nacer mis confesiones. Entonces pude apreciar el interés que se tenía por el hombre que ha sufrido mucho. Al principio quedé anonadado, después me dio risa.

Indudablemente estas confesiones de la devota son, como habrá el lector comprendido, bastante obscuras, y no dan todavía ninguna luz acerca de la crisis que indudablemente agitaba aquel purísimo y perfecto espíritu. Lo cierto es que una gran transformación se verificaba en su carácter.

Las declaraciones de las señoras Pustochkina y Kravchenko, así como las confesiones de Karaulova misma, nos han trazado, de modo elocuente, el camino por donde ha llegado a esta terrible situación. Muchacha inexperta, ingenua, que acaba, acaso, de dejar la aldea, con sus alegrías sencillas e inocentes, cae en manos de un repugnante sátiro, y ve, horrorizada, que ha quedado encinta.