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Se fué de la plaza, y cuando se vió solo, leyó el papel de Bautista que decía: Ten cuidado. Está aquí el Cacho de sargento. No andes por el centro del pueblo. La advertencia de Bautista la consideró Martín de gran importancia. Sabía que el Cacho le odiaba y que colocado en una posición superior, podía vengar sus antiguos rencores con toda la saña de aquel hombre pequeño, violento y colérico.

Las ideas no entran en juego, sino solamente las personas, y en el terreno más mezquino: rencores, odios, rencillas, lucro miserable, vanidad microbiológica. Un combate naval en una charca.

Mañana le espero á usted en mi casa sin falta: tenemos que hablar. Lázaro no contestó. Si su susceptible desconfianza no se había extirpado completamente, en aquellos momentos no podía pensar en tan delicado asunto. Experimentaba emoción muy grande para detenerse en dudas crueles y rencores poco generosos, que un alma elevada deja siempre á un lado al contemplar los grandes infortunios.

Únicamente permanecían abiertas las tiendas donde se hacía tertulia, la de Graells, la de la Morana, y tal cual estanquillo. En el Camarote había mucha luz y gran animación. Pablito, en quien germinaban los rencores de su padre, le dijo a su amigo al pasar frente a la aborrecida tertulia: Piscis, tira una pedrada a esa puerta, y rómpeles los cristales.

Veía agitarse á Momaren como una potencia irresistible que suprimiría todo movimiento de piedad en favor del gigante. ¿Por qué permanecer al lado del caído sin hacer nada? El gobierno tenía enemigos y el Padre de los Maestros también. Cuando todos perseguían al Hombre-Montaña, era conveniente buscar una nueva protección, explotando los rencores que separaban á unos de otros.

Hubo un largo silencio después de las palabras poco cordiales cruzadas entre los dos. Pero la doctora no parecía tenaz en sus rencores y siguió hablando: He tenido que improvisar un ligero desayuno con lo que encontré más á mano. Perdone usted su frugalidad y su monotonía.

Navarro seguía mirándole con estupidez. Por muy malo que te suponga añadió Salvador no te creo capaz de conservar tus rencores después de saber que y yo somos hijos de un mismo padre. El guerrillero saltó en su asiento, como quien oye un insulto. Su cara se congestionó a borbotones echó de su boca estas palabras: ¡Es mentira, es mentira! ¿Mentira, eh? ¿con que es mentira?

Después se desliza por esta alegría una nube de duda. ¡Un duelo!... ¿Será oportuno ahora que los hombres se baten en masas de millones, dando su vida por algo más alto y más general que los rencores individuales?... Sus creencias ahogan inmediatamente este escrúpulo. «Un caballero debe estar á las órdenes de otro caballeroAdemás, es su príncipe.

En el mundo no hay más que nosotros dos; lo demás poco importa. ¿Quieres sacrificarnos á rencores pueriles y á odios vergonzosos? ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer tales sufrimientos? ¿Cuál es nuestro crimen, amarnos? ¡Crimen muy dulce, por cierto! La joven se había inclinado hacia él. Mauricio tomó su mano y la apoyó contra el corazón.

Creo que estoy loca... ¡La primavera! ¡Mi mejor amiga y no le debo más que rencores!