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Terminaba el penoso relato de los infortunios de mi familia, cuando nos hallamos al frente de una casita sumamente estrecha y baja, con un palomar de techo puntiagudo y arruinado, en uno de sus ángulos. Entre, marqués me dijo la hija de los reyes de Gaél, parada en el umbral de su pobre palacio, entre, se lo suplico.

Mañana le espero á usted en mi casa sin falta: tenemos que hablar. Lázaro no contestó. Si su susceptible desconfianza no se había extirpado completamente, en aquellos momentos no podía pensar en tan delicado asunto. Experimentaba emoción muy grande para detenerse en dudas crueles y rencores poco generosos, que un alma elevada deja siempre á un lado al contemplar los grandes infortunios.

Mas qué digo fortuna, la miseria Del hombre está sugeta á tal laceria. En tanto que uno es hombre, está obligado A dos mil infortunios y flaquezas, Qué del primero padre se ha heredado Dolor, pena, congojas y tristezas; Que todas son reliquias del pecado, Con otros mil defectos y vilezas, Que juntos en Adam los recibimos, Cuando por el pecado en él morimos.

Preví un peligro, preví para el más enorme de los infortunios, pero arrostré el peligro con valor porque sobre todo prevalecía mi afán de que ella fuese perfecta, inmaculada, tan hermosa como yo de cuerpo y mil y mil veces más hermosa de alma; conseguido esto, me sentía yo con fortaleza bastante para sufrir que ella, desde la elevación moral en que iba a verse, tuviera harto involuntariamente que despreciarme y que avergonzarse de .

Me horrorizo de pensar en el peligro a que te expones de incurrir en los más espantosos pecados, de amargar la existencia de un anciano venerable, deshonrando sus canas, y de ser ocasión, si no causa, de irremediables infortunios.

Al perderla de vista no cayó la pobre aldeana exánime sobre las losas del Muelle, porque Dios ha dado á estas criaturas una fuerza y una fe tan grandes como sus infortunios.... Aquella misma tarde, á la caída del sol, atravesaban tío Nardo y su mujer la extensa sierra que conduce á su lugar. Mustios iban los dos y cabizbajos, el uno en pos del otro. Pensaban en Andrés.

Siéntate, querida mía y cuéntame tus infortunios, que estoy pronto a vengar como galante caballero. ¿Mi hermana te ha hecho rabiar? ¿Mi madre te ha puesto mala cara o mi tío demasiado buena? La señora de Candore ha despedido a la institutriz de su hija, Raúl; acaso acogerá a la mujer de su hijo. ¡Oh!

Claro está que aludo al resquemor o a la acedía que los recientes infortunios de la patria engendran en nuestros espíritus, los agitan, los atormentan y los impulsan a buscar remedio. De aquí que se piense poco en la poesía, que se hable de ella muy de paso, y que se corra y se vuele para trasportarse de lo meramente literario a lo político y social.

Y aquella pobre criatura, el ateo capaz de conmoverse viendo rezar a un niño, el que sin creer en la amistad se hubiera sacrificado por un amigo, el que al renegar de la pasión lo había sacrificado todo al respeto de la mujer amada, el que no esperando agradecimiento hubiera dado a hurtadillas la limosna, dejó caer sobre el pecho la cabeza, y lloró solo una lágrima, acre, amarga, como saturada de todos los infortunios de la tierra, y alzando luego el rostro, de cara al sol, inspirado por algo superior a mismo, dio vuelta a la mula, guiándola hacia la corte, para lanzarse en el torbellino de la vida moderna, sin más creencias que la pasión del bien ni más fe que la de un porvenir mejor.

Duerme, duerme, ciudad: duerme tranquila tu tranquilo sueño. No quieras oir otra vez tus espantosos infortunios: no quieras recordar de nuevo tan sangrienta historia. Se estremecen de horror hasta los que la leen en el silencio de sus corazones: ¿qué no sufrirías que tienes aun impresa en tu cuerpo la roja huella de los que á la sazon le precipitaron al fondo de un abismo?