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No ha menester mayor río Madrid dijo don Cleofás , pues hay muchos en él que se ahogan en poca agua, y en menos se ahogara aquel regidor que entró en el Ayuntamiento de las ranas del Molino quemado . ¡Qué galante eres dijo el Cojuelo , don Cleofás, hasta contra tus regidores! Bajándose con esto de la azutea, y la Rufina protestando al Cojuelo que le había de cumplir la palabra al día siguiente.

De más mérito, pero formada con iguales elementos, es El conde Lucanor, obra fantástica, cuya acción alterna entre Egipto y Toscana, y cuyos principales personajes son un príncipe de Rusia, otro de Hungría, el duque de Toscana, el Sultán y una encantadora egipcia; no escasean en ella detalles agradables y poéticos, pero la traza de ópera de su conjunto y lo alambicado de su exposición, ahogan por completo estas bellezas aisladas.

Por el contrario, Andalucía, Valencia, Murcia, Alicante, el mismo Aragon, tienen más de ese hombre que se acuesta á lo largo de un diván, que abre la boca para aspirar las brisas de la tarde, que sujeta á veces la respiracion porque la ahogan los perfumes, que empaña el aire con las bocanadas voluptuosas de su pipa, ó que se disputa á la experiencia de la vida, cerrando sus ojos entre las ruinas veneradas de un mausoleo, bajo la copa de un ciprés, á la sombra de una palmera.

Lo último no se echa de ver en él, puesto que su defecto capital es su extensión inconsiderada y la acumulación de episodios, que ahogan el curso de la acción principal.

Luego hay mujeres, que porque han tenido una desgracia o una flaqueza, que se ha hecho pública por este hermoso sistema de sociedad, están siempre acechando la ocasión de encontrar cómplices o imitadoras que las disculpen, las cuales ahogan la vergüenza en la murmuración. Si hablas a una bonita, la pierdes; si das conversación a una fea, quieres atrapar su dinero.

Después se desliza por esta alegría una nube de duda. ¡Un duelo!... ¿Será oportuno ahora que los hombres se baten en masas de millones, dando su vida por algo más alto y más general que los rencores individuales?... Sus creencias ahogan inmediatamente este escrúpulo. «Un caballero debe estar á las órdenes de otro caballeroAdemás, es su príncipe.

¡Va el corcel de mis versos...! Da a los aires sus crines de metáforas nuevas y de símbolos bellos; sus relinchos rimbomban como fieros clarines y sus cascos galopan despidiendo destellos. El corcel de mis versos es rebelde a los frenos porque sabe que ahogan como en flor su carrera; y en su fuga brillante por los cielos serenos, no es Pegaso con alas, sino roja bandera...

La fábula, reducida al delito de dos casados, que ahogan á sus esposas para evitar los continuos altercados en que vivían, es repugnante hasta lo sumo, y carece por entero de carácter dramático.

Si la lluvia ha desmoronado los campos, que se cultivan en gradas sobre las pendientes, todos se ocupan en recoger la tierra que se ha venido abajo y subirla en espuertas hasta la vertiente de donde se cayó. Si el torrente desbordado ha cubierto de piedras las praderas, todos se afanan en limpiar el césped de tales escombros que lo ahogan.

A nosotros también nos ahogan. Es por ustedes, pues, por quien voy a trabajar. Pónganse de lado, padres míos, las heridas son así menos peligrosas, porque no se encuentran más que las falsas costillas. En fin, yo la tengo dijo abriendo con dificultad su navaja. ¿Están dispuestos, compadre? ¡Jesús! no lo estamos. ¡Es igual, que Dios nos ayude!