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Actualizado: 29 de junio de 2025


Al fin, pues, ya del templo consagrado, Diciendo mil oprobios y baldones, Y falsos testimonios del Prelado, Por solos sus rencores y pasiones, Expelen al cristiano arrodillado, Haciéndole que salga á rempujones. Forzándola á salir la puerta afuera, Una dama hablò de esta manera. ¡Pues no son poderosos los maridos! Pidamosles las armas, y volvamos Por la honra de Dios.

Elvira, por el contrario, era vivaracha y hasta un poco ordinaria; pero la energía de su alma le rebosaba por los ojos, y el rey Buby creyó ver delante de una espartana repitiendo el himno de las Termópilas, cuando cantó al piano con trágica entonación y enérgicos rencores de raza: En el Hospital del Rey Hay un ratón con tercianas, Y una gatita morisca Le está encomendando el alma.

El dolor había trastornado a la esposa, haciéndola olvidar sus rencores. Muchas veces su llanto era de remordimiento, pues se creía autora inconsciente de aquella desgracia. ¡Yo tengo la curpa, lo ! decía con desesperación al Nacional . Repitió muchas veces que ¡ojalá lo cogiese un toro, pa acabar de una vez! He sido muy mala: le he amargao la vida.

Cuando Fernando se encontró solo abrió una mampara, y Elías, que estaba oculto, se presentó. La imagen del consejero áulico daba pavor. Estaba lívido; le temblaban los labios, secos por el calor de un aliento que sacaba del pecho el fuego de todos sus rencores.

Cesan las envidiosas maquinaciones, se apagan los rencores, cálmanse momentáneamente las encrespadas olas, y el joven providencial marcha triunfante, bañado por el sol de la gloria, libre y desembarazado, a la codiciada silla de Secretario, donde se sienta, como los emperadores bárbaros, por derecho propio. Tal ha sido la historia de mi distinguido amigo el Sr.

Dirigir todo su amor al que no engaña, ni es falso, ni desleal: á Dios.... Esta es la mayor de las felicidades. Hable usted bajo dijo la devota. Y luego continuó él, estar libre de odios, de rencores, de desengaños.... Más bajo indicó la dama, y su voz parecía un suspiro.

Lo mejor es añadió Sagrario revolviendo un huracán con su abanico , no tenerle pizca de miedo, aunque ponga en las nubes sus rugidos y te saquen tiras de pellejo sus zarpadas. Así hay lucha, y el triunfo resulta más sabroso. ¿Qué creerás que es lo más malo de esta bestia de mil caras? Las mujeres, ¡pásmate! Ahí están los rencores, las envidias y el veneno.

No; es preciso enseñar al Rey cómo deben ser tratados sus viles instrumentos. Basta de contemplaciones. Ya era de esperar esto. Lleno está Madrid de agentes que se ingieren en las Sociedades secretas, pagan á algunos de los oradores más furibundos para que aticen los rencores del pueblo contra la autoridad constitucional. Ya ha llegado el instante supremo de su empresa diabólica.

El honrado Guimarán daba media vuelta y se iba furioso, llena el alma de rencores y envidias pasajeras, y Frígilis seguía sonriendo y movía la cabeza a un lado y a otro. Si le preguntaban qué opinaba del Ateo, decía: «¿Quién, don Pompeyo? Es una buena persona. No sabe nada, pero tiene muy buen corazón». Guimarán juró tenía que parar en ello juró no poner jamás los pies en el Casino.

Prusia ha retrogradado á la barbarie creando para su uso personal un segundo Jehová, una divinidad hostil á la mayor parte del género humano, que hace suyos los rencores y las ambiciones del pueblo alemán. Luego, Tchernoff explicaba á su modo la creación de este Dios germánico, ambicioso, cruel, vengativo. Los alemanes eran unos cristianos de la víspera.

Palabra del Dia

rigoleto

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