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Actualizado: 29 de junio de 2025
Pero aguardaos un poco y oídme la última palabra, como ahora se dice: recorriendo con la vista la inconmensurable extensión de estos horizontes, y respirando el ambiente, medio terral, medio salino, que llena todo el panorama, y anima y engrandece el espectáculo de sus términos y detalles maravillosos, ¿no es verdad que se siente uno como más fuerte y más satisfecho? ¿que si se tienen penas se olvidan? ¿que si le dominan a uno rencores los acalla? ¿que si vacila entre lo cierto y lo falso, entre lo útil y lo pernicioso, entre lo nimio y lo grande, se le revela de pronto, y como por milagro, la verdad desnuda y clara? ¿que no nos asalta, en fin, una idea que huela a innoble, ni un deseo que no sea honrado?
Luego, atravesando vías silenciosas y obscuras, entró en una barriada de edificios nuevos. Íbamos hacia la casa de Olga del Monte. Pero ¿qué interés tenía el general de mezclarme en sus rencores amorosos?... Se detuvo el vehículo en una avenida bordeada de copudos fresnos y anchas aceras. Los reverberos no eran tan numerosos como en el centro de la capital.
Don Gonzalo es mero instrumento y juguete de la omnipotente voluntad y de las negras tramas de Patricio, que le maneja como blanda cera, y explota sus rencores contra don Román por el desaire de las bodas. Vid. El Tío Cayetano, periódico político que Pereda y algunos amigos suyos publicaron en Santander en 1868.
Había gastado mis rencores engolfándome en el trabajo. Esperaba de ella que me diera la señal de reaparecer. Una vez había encontrado al señor De Nièvres y me había dicho: «¿Qué es de usted?» o «Ya no se le ve a usted.» Cualquiera de esas dos fórmulas no recuerdo cuál fue la que empleó envolvía una invitación apremiante a volver.
No los llamaba para convidarlos a la deserción, no; les advertía el noble propósito de la lucha; y antes de comenzarla, él, el más débil, el que solo contaba con su esfuerzo, el que bien se daba cuenta de lo áspera y difícil que iba a resultar, en el momento en que el encono es más natural en el espíritu del hombre, proclamaba un ideal de fraternidad para con el adversario y de antemano quería asegurar para un mañana más o menos incierto, pero en el cual él tenía mucha fe, un programa de perdón, de ausencia total de rencores, de olvido de la lucha misma.
No me desprendo de nada mío, sino que doy a cada cual lo que quieres que sea suyo; si más me dieres, más distribuiría; y si de todo me privases, mi único dolor sería ver desdichas sin poder remediarlas... Por Tí he comprendido que la verdadera sabiduría estriba en combatir odios y sofocar rencores: procuro ser justo; pero no me has hecho feliz. Tú sabes lo que falta a mi dicha. Te pido un hijo.
Y yo debo subir, y guardar para mí todos estos rencores, toda esta hiel tragármela... y disimular, y hablar con ella para que no sospeche y no se asuste... y no se me muera de repente.... Sí, Víctor, sí; todo eso debes hacer.
Todos los rencores y desprecios que D.ª Carolina y su hija menor atesoraban para Mario, que no había tenido talento para hacerse inamovible en el puesto que ocupaba, se los arrojaban a ella a la cara. Con el verdadero culpable estaban reservadas, pero finas. No se le hería directamente, pero la atmósfera estaba cargada de electricidad, y a la postre había de estallar el rayo.
El desengaño había sido cruel, y tornábase de nuevo angustiosa la situación de Jacobo al ver hundirse todas sus ilusiones, dejando tan sólo en su ánimo zozobras y rencores terribles que encendían en su corazón, contra la marquesa de Villasis y el padre Cifuentes, la rabia implacable que siente el perverso contra todo aquel en quien se ve forzado a reconocer el derecho de despreciarle.
Esta, en el primer momento, al conocer la desesperación de Alicia, había querido olvidar los pasados rencores, yendo espontáneamente á Villa-Rosa para consolarla. Como era muy patriota, aquel muchacho muerto en Alemania le parecía un héroe.
Palabra del Dia
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