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Una de éstas había tomado pie de la afición desatinada que Soledad tenía al confite más exquisito de la Andalucía, á las famosas «yemas de San Leandro». Velázquez le había prometido traerle un cartucho de ellas, pero se le olvidó: recordóselo la joven, volvió á prometérselo y volvió á olvidársele. Soledad, no tengas cuidado... de hoy no pasa, hija mía.
YEMAS CAPUCHINAS. Para nueve yemas una clara; se bate mucho y se incorpora una cucharada de harina; se vuelve a batir, se mete en un molde con mantequilla, y se echa la pasta cociendo al baño maría y terminando al horno; se saca, y cuando está frío, se corta en cuadraditos, y se bañan en almíbar.
Y al mismo tiempo, según la tenía cogida por las yemas de los dedos, la atrajo contra sí hasta juntarse ambos cuerpos, y le dio un beso sonoro, largo y apretado, uno de esos besos que despiertan en los ángeles deseo de pedir licencia para venirse al mundo.
Después se trabaja un poco la masa; se les da forma, se untan con una pluma de clara de huevo, y se meten al horno en una lata. MEDIAS LUNAS. Sobre un mármol se trabaja medio kilo de harina con medio de mantequilla y unos ciento treinta gramos de azúcar, media docena de yemas y canela molida o raspaduras de limón.
Palabra del Dia
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