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Actualizado: 24 de junio de 2025


Batiste fué afeitado con bastante suerte, mientras escuchaba, hundido en el sillón de esparto y teniendo los ojos entornados, la lectura del «maestro», hecha con voz nasal y monótona, sus comentarios y glosas de hombre experto en la cosa pública. No sacó mas que tres raspaduras y un corte en la oreja. Otras veces había sido más. Dió su medio real, y se metió en la ciudad por la puerta de Serranos.

SEQUILLOS. Por cada clara de huevo, cien gramos de azúcar; se bate muy bien y se le echa raspaduras de limón y piñones o avellanas tostadas; se van haciendo los sequillos y se ponen en el horno.

La primavera se había presentado para ella bajo malísimos auspicios; los conciertos de Cuaresma y los últimos bailes de Pascua, de los cuales no quiso perder uno, le costaron palpitaciones todas las noches, cansancio inexplicable en las piernas, perversiones extrañas del apetito: derivaba la anemia hacia la neurosis, y Pilar masticaba, a hurtadillas, raspaduras del pedestal de las estatuitas de barro que adornaban sus rinconeras y tocador.

BIZCOCHOS BORRACHOS. Se baten tres yemas de huevo con cien gramos de azúcar fino, hasta ponerlas muy duras; se agregan una cucharada grande de harina, otra pequeña de almidón en polvo y raspaduras de limón; se baten las claras a la nieve y se incorporan; se tienen preparadas unas cajitas de papel, del tamaño que se deseen los bizcochos, se llenan de pasta y se meten al horno; cuando se han cocido se sacan del papel y se meten en un jarabe que se habrá preparado con almíbar a punto de caramelo y vino de Málaga o moscatel, en cantidades iguales el vino y el almíbar.

FLAN DE LECHE AL FUEGO. Se baten muy bien una docena de yemas de huevo; una vez bien batidas añádase una libra escasa de azúcar blanca y una cucharada de harina; se bate todo hasta que quede bien mezclado; después se derriten en un perol setenta y cinco gramos de azúcar sin añadirle agua, y cuando esté a punto de caramelo úntese con ello la parte interior de la cacerola; échense en ella las yemas, medio litro de buena leche, y mézclese con el huevo y azúcar muy lentamente; se menea mucho con una cuchara de madera, y cuando esté todo bien mezclado, se echan raspaduras de cáscaras de limón o esencia del mismo; unas gotas son suficientes; póngase todo a la lumbre con tapadera por encima, llena de ascuas; cuando esté trabado se retira, dejándolo enfriar, poniéndole después en el plato que ha de servirse.

Á espaldas suyas, no obstante, todas seguían sosteniendo que hubo maleficio. La que menos afirmaba que Soledad llevaba constantemente sobre el pecho una bolsita con pedacitos de oro, plata y coral, algunos granos de trigo y una piedra imán con raspaduras de acero.

Y raro era el día en que el padre no la dijera: Hijita, vas a ponerme en limpio ese manuscrito que está sobre la mesa del escritorio; tu letra es más clara que la de Jacinto, y no echas borrones, ni haces raspaduras. A todos atendía Susana, y todo lo ejecutaba a maravilla. Y en el salón, en el escritorio, en el tocador y en la cocina, siempre era la misma, dispuesta y viva, amable y afectuosa.

Después se trabaja un poco la masa; se les da forma, se untan con una pluma de clara de huevo, y se meten al horno en una lata. MEDIAS LUNAS. Sobre un mármol se trabaja medio kilo de harina con medio de mantequilla y unos ciento treinta gramos de azúcar, media docena de yemas y canela molida o raspaduras de limón.

Don Silvestre cumplió los veinticinco y entró en posesión libre de sus bienes.... Por cierto que, al entregarle su tutor las cuentas, de poco se arma otro pleito sobre no qué raspaduras hechas en los libros. Dueño de algunos cuartejos, hubiera podido satisfacer el antojo de libros que tuvo años atrás; pero, sobre habérsele dormido la afición á ellos, le era imposible dedicarse á la lectura.

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