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Actualizado: 16 de junio de 2025
Sí, tendrá compañía hasta Leste. ¿Mañana? Mañana. Es dolorosa la separación en estos confines del mundo, cuando las almas se comprenden bien en Jesús. El padre Gutiérrez le arreglará una buena fiambrera. Nosotros ya le amábamos como a un hermano, mi querido Teodoro. Coma un confite, son deliciosos.
El conde, no obstante, y a pesar de haber sido uno de los más obstinados pretendientes de Pepita, había recibido las enconfitadas calabazas que ella solía propinar a quienes la requebraban y aspiraban a su mano. La herida que aquel duro y amargo confite había abierto en su endiosado corazón, no estaba cicatrizada todavía.
Yo también tengo sed dijo don Juan, que tenía la boca amarga, como cuando experimentamos una fuerte conmoción en nuestro organismo. Dorotea llenó otra copa. Luego se apoyó sobre la mesa, mirando siempre el confite del lazo negro y rojo. Su semblante estaba contraído; gruesas gotas de sudor corrían por sus mejillas.
Las cosas están en feliz reposo, cuando se hallan en su lugar natural; el lugar del corazón humano es el corazón de Dios, y el suyo está en este asilo seguro. Coma otro confite. ¿Qué es eso, hijo mío, qué es eso? Yo estaba colocando sobre el breviario abierto, en una página del Evangelio de la pobreza, un fajo de billetes del «Banco de Inglaterra», y balbuceé: Un recuerdo para sus pobres...
Como yo me negase á tomar cierto confite del que se hacían grandes elogios, levantóse de improviso con una cucharilla en la mano; se acercó á mí; me hizo con un gesto encantador abrir la boca y me introdujo allá la cuchara cargada de dulce. Dudo que la ambrosía tuviese mejor gusto. Agosto 3. Agosto 5. Ayer me llamó el conde aparte con aparato de misterio. Confieso que le seguí más muerto que vivo.
Todas las noches, en cuanto tú te acuestas a dormir, ellos se ponen a jugar al ajedrez hasta que llega el Padre a decir misa. Entonces se vuelven a sus sepulcros, que son, como si dijéramos, sus camas, y duermen durante el día. Y dichas las oraciones de costumbre, por mis padres y hermanos, y otra, que para mi coleto decía, por mi caballo «El Confite», quedé al momento dormido.
Lo que es ese no volverá a levantarse dijo Van-Horn . El confite le ha sabido bien amargo, pero lo tenía bien merecido. ¡Ah, pillos! también nosotros tenemos armas que matan como el rayo. Estoy dispuesto a repetir la suerte dijo Cornelio. Al primero que se acerque lo dejo seco. ¡Cuidado! gritó el Capitán.
Una de éstas había tomado pie de la afición desatinada que Soledad tenía al confite más exquisito de la Andalucía, á las famosas «yemas de San Leandro». Velázquez le había prometido traerle un cartucho de ellas, pero se le olvidó: recordóselo la joven, volvió á prometérselo y volvió á olvidársele. Soledad, no tengas cuidado... de hoy no pasa, hija mía.
Dorotea se estremeció de nuevo, retiró vivamente la pera y la mordió exclamando: No, no; esta es para mí, para mí sola. Y temerosa de que don Juan pudiera arrebatarla ni una pequeña parte de aquel confite mortal, le devoró. A seguida cayó de rodillas. ¿Qué haces, Dorotea? dijo don Juan. ¡Dejadme! ¡dejadme orar! exclamó la joven. ¡Orar! exclamó asombrado don Juan.
Palabra del Dia
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