United States or Heard Island and McDonald Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


La empresa se había llevado a cabo con felicidad. No le restaba más que dormir tranquilo sobre su triunfo. Sin embargo, no era así. Apesar de su figura robusta y gallarda, poseía el conde un sistema nervioso excesivamente impresionable. La más ligera emoción turbaba su espíritu, le inquietaba hasta un grado indecible. Tal exquisita sensibilidad le venía por herencia y también por educación.

¡Llevábamos treinta y tres días de navegación, y escasamente habíamos andado 23°. Para estar á la vista de Guaján, nos restaba unas 120 millas. Los víveres iban escaseando, y el agua había que refrescarla constantemente con la que se recogía de los aguaceros, tan comunes en aquellas latitudes.

Bien podía divertirse después de tanto trabajar. Pero le restaba la afición al negocio, sobre todo a los instrumentos de música. Los compañeros no adquirían un mecanismo defectuoso que no se lo ofreciesen para que lo arreglara; siempre tenía alguna joya como aquel órgano, y todos los domingos colocaba su puesto en las Américas, para no perder la costumbre.

Querían esperar a éste, y en vez de permanecer en la sala del hermano, entraron en el cuarto de los jóvenes. El Indio converso indicaba con fieras miradas los retratos clavados en la pared. Era lo único que restaba del primitivo bienestar. Maltrana no había intentado venderlos, pues conocía su insignificante valor.

Mejor hubiese sido para él no asomar al mundo, permanecer en el limbo de los privilegiados que no llegan a formarse. Semejante al escudero de Don Quijote, que, cuando al fin se vio en las abundancias de Barataría, tuvo al lado un doctor Recio para contrariar sus apetitos, el pobre ser no podía gozar en completa libertad las dulzuras de la escasa vida que le restaba.

Era un vencido; no podía prolongar la lucha. Sólo le restaba morir; pero la muerte misericordiosa acudía lentamente a su llamamiento. Pensó en su hermano, el único afecto que le restaba en el mundo. Recordó aquella familia tranquila de las Claverías entrevista en su último paso por la catedral, y fue en su busca como una última esperanza. Al volver a Toledo encontraba disuelta la familia feliz.

Estos últimos estaban compuestos de plataformas de carga, y en ellas se apelotonaban mujeres, niños, ancianos, revueltos con fardos de ropas, maletas y carretillas que les habían servido para llevar hasta la estación todo lo que restaba de sus ajuares.

Pero he aquí que su esposa, no poco confusa porque le conocía bien, vino a anunciarle que faltaban mil doscientas pesetas para pagar las flores de la quinta del Pilar, y su hija Araceli, menos confusa pero también un poco asustada, le manifestó que aún restaba por abonar al joyero una pequeña cantidad.

Hasta la noche del domingo estaban con sus familias entregando los ajorros a las mujeres; la parte de jornal que les restaba después de pagar el costo. El sacerdote mostraba su extrañeza al ver que los viñadores se habían quedado en Marchamalo siendo domingo. Porque son muy buenos, padre dijo el capataz con acento hipócrita.

Mary Lewis se consideraba feliz por haberse lanzado desde el primer momento en la buena dirección, sin el largo rodeo de los otros para llegar tarde á la verdad. Yo he tenido mi novela, como todos. Dijo esto con sencillez, pero al mismo tiempo la poca sangre que le restaba animó su rostro con tenue rubor, como si fuese á confesar algo extraordinario.