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Si lo es, vendrá de la provincia de Palencia, que es donde ponen los nombres más estrambóticos. No, señora; no es nombre cristiano. Pero se conoce que el cura que me bautizó no se había enterado. Si a me canonizan, entonces habrá un San Eurípides: el primero. ¡Qué chistosísimo! Pues ya tiene usted bastantes nombres, gracias a Dios.

Cuando la joven concluía de referir cómo después del regreso de Juan había sentido el amor verdadero, el amor grande, penetrar lentamente en su alma, Jaime entró. Enterado de los sentimientos que María Teresa acababa de expresar, abrazó contentísimo a su hermana. Te felicito, mi querida Teresa; esta vez tu elección es realmente buena.

Dios y ayuda nos costó reducirle a que siquiera nos escuchara las razones que teníamos para oponernos a su irreflexivo y peligroso empeño. Neluco, que ya se hallaba presente y bien enterado de todo lo ocurrido durante la noche, tuvo que enfadarse de veras y hasta faltarle un poquillo al respeto.

Las pastorales, sinodales, bulas y demás entretenidas cosas que el libro traía, fueron el único remedio de su soledad triste, y lo mejor del caso es que llegó a tomar el gusto a manjar tan desabrido, y algunos párrafos se los echaba al coleto dos veces, masticando las palabras con una sonrisa, que a cualquier observador mal enterado le habría hecho creer que el tomazo era de Paul de Kock.

Enterado el Duque de Villahermosa, nuestro embajador, entabló negociaciones consintiendo la Condesa en venderlo a España por 28.000 reales, aunque se había tasado en 20.000 francos.

La señora Aubry no comprendía. Azorada de oír una confidencia tan inesperada, balbuceó: ¿ eres feliz? Mamá, yo no quiero casarme con Huberto Martholl. Pero ahora soy libre. La rara conducta del señor Martholl me deja libre, libre, libre. ¡Qué dicha! ¿Pero qué ha pasado entonces? ¿Por qué no me has enterado de la transformación de tus sentimientos?

En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado.

Los comentarios de la gente le habían enterado de la singular existencia de Alicia.

No sabía con qué objeto ni qué podría conseguir en el viaje, pero ansiaba verse junto a Gallardo, con ese anhelo cariñoso que cree aminorar el peligro colocándose cerca de la persona amada. Aquello no era vivir. Se había enterado por los diarios del gran fracaso de Juan el domingo anterior en la plaza de Madrid.

Muriendo viviré con adoraros, etc. Pero ya ella ha enterado á su querido Lope, á cuyas manos, como al secretario del Rey, llegan todas las cartas, dirigidas á éste, que esas cartas son sólo para él, y que, suprimiendo las tres primeras sílabas de cada verso, averiguará el verdadero sentido de la escritura.