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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Cuando se nombra á Estrasburgo, desde el primer instante el gastrónomo y el bebedor recuerdan los famosos pasteles de hígados de gansos y la renombrada cerveza, cuyo nombre es casi tan explotado como el del agua de Colonia; y el artista piensa en los primores de la admirable catedral, y en las bellezas de algunos otros monumentos, como el del Mariscal de Saxe, en la iglesia de Santo-Tomas.
Podría tener el novio ausente... Y le diré a usted que presumo lo tenga... Para más datos, puedo asegurarle que él le ha regalado una preciosa bombonera de Saxe... ¿Aun duda usted?... Para que no dude más le agregaré que, según creo, es militar... Viendo que todavía vacilaba el juez de paz, Vázquez no pudo contenerse, y dijo: Se llama el capitán Pérez.
Pero un hombre de gusto, con la mirada habituada a la percepción de las delicadezas europeas, nota al instante cierto tinte especial: el sello del advenedizo, que no ha tenido tiempo de completar esa dificilísima educación del hombre de mundo de nuestro tiempo, capaz de distinguir, al golpe de vista, un bronco japonés de uno chino, un Sévres de un Saxe; una vieja tapicería de una moderna.
Interin él se expresaba en estos términos, accionando con calor, con entusiasmo, yo, pasmado de sorpresa, me decía: ¿Quién es, pues, el hombre que tengo delante? ¿Será Coligny, Richelieu, el mariscal Saxe?... Del estado de exaltación en que se encontraba, cayó el desconocido en un profundo abatimiento, y acercándose a mí, exclamó en tono sombrío: «Yago estuvo en lo cierto.
Con femenina impertinencia, Coca le repuso: Los jóvenes de buen gusto no me han de querer a mí, pobre y rústica campesina... Después de comer, Coca ofreció bombones al estanciero, en su rica caja de porcelana de Saxe, resto de los antiguos lujos de la casa. ¡Hermosa bombonera! observó Vázquez, admirándola.
Montifiori era un epicúreo, y por eso, el salón de Fernanda era renombrado por el gusto y por el eximio buen tono que perfumaba todos sus detalles. Acostumbrado a sentarse diariamente en una mesa verdaderamente ática como manifestación culinaria, Montifiori pasaba con razón por un gourmet de estirpe, por un paladar maestro para catar una becasa au madère, servida sobre un plato de Saxe.
Palabra del Dia
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