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Aunque no te des cuenta de ellos, los tienes... Ese furor, esa exaltación, ¿qué son en el fondo más que celos?... Y mira, chico, perdóname que te diga que es hacerte muy poco favor, y hacerle menos aún a tu mujer. Si se te ha pasado por la imaginación que Ventura puede preferir un trasto como ése a un marido como , la supones con bien poco gusto. Al decir esto se ruborizó.

Mira, aprende dijo Elías, volviéndose hacia Lázaro; mira á esa santa; aprenda lo que es nobleza, generosidad, virtud. No dijo ella bajando los ojos. Que no tome por modelo á esta pecadora. Aprende, Lázaro exclamó con exaltación el fanático. Aquí tienes á la misma virtud. La santa hizo una gran reverencia y se marchó, dejando solos al tío y al sobrino. #Los disidentes de la Fontana#.

Es preciso para esto, que a un temple firme y a un valor temerario, se agregue un grado de exaltación que sólo pueden excitar veinticuatro mil ojos que miran y veinticuatro mil manos que aplauden. Capítulo XVIII

Brasa y no pavesa ha de ser lo que quede de la juvenil exaltación espiritual y del ardor de los sentidos. «¡Te amo!». Es una frase de novela, excesiva, afectada. «Te quiero», es una frase más sencilla, más grave, más profunda y más humana. «¡Te amo!», dice Don Juan, que nunca fué un hombre honrado. «Te quiero», dice el hombre de bien, que seguramente cumple lo que dice.

Terror inmenso llenaba su alma al ver que Maxi decía lo que decía con expresión de la más grande seguridad. Pero lo último que a Fortunata le quedaba que oír fue esto, dicho con exaltación de iluminado, y con atroz recrudecimiento de las sacudidas nerviosas de la cabeza: «Ha sido una revelación. El espíritu que me instruye me ha traído anoche esta idea... Misterio bonitísimo, ¿verdad?

Pero yo pregunto añadió con exaltación, dejando caer la capa y echando atrás el sombrero , yo pregunto: ¿qué gente tiene a su lado el Príncipe? A ver; responderme. Don Basilio, no se atrevía a responder. Contentábase con tomar aires de hombre profundo, que no se resuelve a soltar el enjambre de ideas que le zumban en el cerebro. Responderme. Nadie... cuatro gatos dijo Montes.

En esta última había un esfuerzo doloroso, una frialdad abstracta, y en rigor algo enfermizo, una exaltación malsana; y en lo que estaba pasando ahora ella era pasiva, no había esfuerzo, no había frialdad, no había más que placer, salud, fuerza, nada de abstracción, nada de tener que figurarse algo ausente, delicia positiva, tangible, inmediata, dicha sin reserva, sin trascender a nada más que a la esperanza de que durase eternamente. «No, por allí no se iba a la locura».

¡Qué veo! exclamó D. Paco con súbita exaltación . ¿No es aquel mozalbete el propio D. Diego; no es mi niño querido, la joya de la casa, la antorcha de los Rumblares?... ¡Eh... D. Dieguito, aquí estamos..., venid acá! En efecto; cuando estuvimos cerca, no nos quedó duda de que el mozuelo bailarín era D. Diego en persona. Nos vió, y al punto vino corriendo para abrazarnos a todos con mucha alegría.

Protesto en nombre de mis paisanos, y afirmo que es Zaragoza el pueblo de España que más ha hecho en todos tiempos por la libertad. ¿No se le acusa de ser un foco de exaltación republicana? ¿No se ha dicho que de allí salen las ideas más disolventes, que allí se elabora una conspiración para sostener la República? Hechos quiero y no palabras dijo el primer orador.

Desde la muerte de don Blas de Artola, el teniente de navío retirado, la plaza de hombre ilustre está vacante en nuestro pueblo. Cincunegui excita mis sentimientos ambiciosos, quiere mi encumbramiento, mi exaltación; según él, no puedo dejar a mis paisanos en la orfandad en que se hallan; debo llegar al pináculo de la gloria. A , la verdad, la gloria no me entusiasma.