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Yo os digo con Renán: «La juventud es el descubrimiento de un horizonte inmenso, que es la Vida». El descubrimiento que revela las tierras ignoradas, necesita completarse con el esfuerzo viril que las sojuzga.

La voz de aquel rústico labriego, resonando en los peñascos escarpados, en la oscuridad y en el silencio de la noche, me impresionaba profundamente, haciéndome reflexionar en el inmenso y secular drama de la civilizacion cuyas escenas, aunque infinitamente variadas en la forma, presentan en definitiva el mismo espectáculo de lucha: pueblos víctimas, y soberanos victimarios de una manera ú otra....

No era el amor solamente quien le empujaba tan temprano a pisar la calle, sino también la triste soledad que reinaba hacía tiempo en el inmenso y vetusto caserón en donde vivía; porque nuestro joven se hallaba solo en el mundo desde hacía poco más de un año. Su padre, el viejo marqués de Peñalta, había fallecido cuando él no contaba más de seis años de edad.

En varios tratados de Economía política he visto yo una cuenta, de la que resulta que la industria de los zapateros en Francia ha producido, desde el descubrimiento de América hasta hoy, seis o siete veces más riqueza que todo el oro y la plata que han venido a Europa desde aquel nuevo e inmenso continente.

Esto á mas de ser muy curioso, es sobre manera importante; á causa de que presenta bajo un aspecto muy sencillo un conjunto de conocimientos que en la actualidad abarcan un campo inmenso; campo cuyos límites pueden retirarse continuamente, y que en efecto se retiran, sin que se alcance ningun término posible á este progreso indefinido.

aqui el motivo por qué un nombre de suyo tan esclarecido, apenas ha figurado bajo, el concepto político, en el catálogo inmenso de los soberanos españoles; y por consecuencia es enteramente nulo.

Y sin embargo, la hermosura y el amor inmenso, excepcional de la comedianta, excitaban su deseo; halagaban su orgullo; don Juan, si hubiera podido, sin dejar de amar á doña Clara y de ser feliz con ella, hubiera sido amante de Dorotea. Pero esto era imposible: Dorotea tenía demasiado corazón.

Emprendimos la ascensión; yo abrí la marcha y la señorita Margarita me siguió valientemente, entendiéndose, como podía, con sus largos vestidos. De lo alto de la plataforma, el panorama es inmenso y delicioso.

Su inmenso garrote, al chocar contra el suelo, esparcía un temblor igual al de un terremoto.

Un aplauso inmenso saludó á Simoulin al descender del tren. «¡Qué viejo está!» Y las mujeres, vestidas de luto, lloraban, olvidando momentáneamente sus dolores para no ver mas que los sufrimientos del adorado grande hombre.