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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Creía muy sinceramente, que sólo yo en el mundo tenía ojos, inteligencia y corazón, capaces de ver, de comprender y de adorar en todas sus perfecciones la belleza de ese ángel, que con cualquier otro se hallaría como extraviada y perdida, que estaba destinada á mí solo, en cuerpo y alma, por toda la eternidad. Sentía este orgullo inmenso, bastante expiado ya por un inmenso dolor.
Esqueletos y fósiles, arcillas y arenas, peñascos de esquisto, asperón y pórfido, todo se desmorona poco á poco, todo emprende el camino del mar; el inmenso trabajo de denudación que se verificó con la gran montaña, empieza de nuevo en menor proporción con los montones de escombros. Ahuecados por el agua, disminuyen gradualmente de altura, se parten en colinas diferentes.
Su vida iba tocando a su fin: hasta entonces había sido lastimosa y estéril, y, sin embargo, él daba inmenso precio a la vida.
A solas ya en su estudio, cuando abrió la destrozada funda, quedóse ella misma admirada: era aquello una preciosidad artística de valor inmenso, un marco de plata cincelada, obra admirable de orfebrería del siglo XVI, que ostentaba cual noble ejecutoria, esculpido en el pedestal de una de sus mil bellas figurillas, el nombre ilustre de Enrique de Arfe, autor de la custodia de Córdoba y de la llamada Cruz antigua.
No menos lamentable, sobre todo después de un inmenso infortunio, es echarse la culpa unas parcialidades a otras parcialidades y unas clases a otras clases.
Figúrate que aquí está nuestro ejército, compuesto de setenta mil hombres, cuyo inmenso frente ocupan todas las colinas de la izquierda, el camino y parte de la llanura que hay a la derecha.
Esta ciudad, donde alternan pacíficamente aristocracia, clase media y pueblo, es una real república que los monarcas se han puesto por corona, y engarzadas en su inmenso circuito, guarda muestras diversas de toda clase de personas. La primera vez que D. Manuel Pez y yo fuimos a visitar a Bringas en su nuevo domicilio, nos perdimos en aquel dédalo donde ni él ni yo habíamos entrado nunca.
El día estaba triste; uno de esos días de lluvia menuda y continua en que sólo se ven en el suelo cieno y lodazales y en el cielo nubes pardas, inmóviles, pegajosas, que parecen lamer las torres y las cúpulas, cual la viscosa baba de un monstruo inmenso.
Entraba como un cadáver, y salía desconocido, limpio, oloroso y reluciente de hermosura. La restante peseta la empleaba en comer y en vestirse... ¡Problema inmenso, álgebra imposible!
Adios, mas no por siempre: un mundo hay mas hermoso, Y cuando al seno vueles del Todo-Poderoso Volverte á ver espero tan bella como aquí; Pero si en el inmenso celeste paraiso A tí no te encontrase, mi celestial hechizo, Los celestiales goces tristes serán sin tí.
Palabra del Dia
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