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La tripulación, enferma de vómito negro, tenía un aire lamentable; estaba formada por hombres harapientos, verdaderos esqueletos amarillos, con pañuelos y trapos en la cabeza.

Los esqueletos de los Amantes, están bien conservados, y solo cubiertos con unas enaguas cortas de gasa muy trasparente, para que puedan ser vistos y examinados por los que les visiten: el de D.ª Isabel está a la derecha del de D. Diego, y es de admirar como después de tanto tiempo se hallan en tan buen estado. ¡Y qué diferente efecto, dice el Sr.

Aquellos consisten en libritos que contienen períodos en latín y en español completamente ininteligibles; piedras que hallan en los cuerpos de los animales; granos de fruta petrificada; huesos de esqueletos de niños y dientes de rata, de culebra y de caimán. La creencia en los amuletos data de mucho antes de la conquista, conociéndolos con el nombre de aguimat.

No consiente éste; obstínase Navarro en no fugar sin salvarlo, y últimamente se desmonta de su caballo, lo mata y muere al lado de su amigo, sin que su familia pudiese descubrir tan triste fin sino después de tres años, en que el mismo que lo ultimó contara la trágica historia, y desenterrase para mayor prueba los dos esqueletos de los dos infelices amigos.

Su sentido evocaba el olor de pavorosa cripta de convento que visitó, siendo niño, en las sierras; veía de nuevo los innumerables esqueletos apilados en la sombra, y alcanzaba aun a pensar con orgulloso espanto en el anónimo de toda aquella leña humana entremezclada por el monástico desprecio.

Los Tehuelches ó Patagones meridionales, se diferencian en alguna cosa de los otros indios. Despues de haber secado los huesos de sus difuntos, los llevan á gran distancia de sus moradas al desierto, y poniéndolos en su propia forma con los adornos ya dichos, los dejan en una choza erigida á este fin, con los esqueletos de sus caballos al rededor.

Buscando detenidamente en la gruta y escudriñando los depósitos calcáreos, podemos hallar las cenizas y el carbón del antiguo hogar donde se agrupaba la familia naciente; al lado están los huesos roídos, restos de festines que se celebraron hace cientos de millares de años, y en un rincón cualquiera se encuentran los esqueletos de los seres que en él tomaron parte rodeados de sus armas de piedra, hachas, mazas y venablos.

Al ver tantos cañones, tantos grupos de naciones vencidas, tantas banderas, tantos trofeos, parece que vemos pasar delante de nosotros una procesion de esqueletos ensangrentados.

Su oficio es abrir cada año estas tristes moradas, cubrir y limpiar estos esqueletos, echando entonces en ellas algunas vasijas de chicha que hacen, y de que beben á la buena salud de los difuntos. Estas sepulturas no son siempre muy distantes de sus ordinarias habitaciones: colocan alrededor de ellas los esqueletos de sus caballos muertos, en pié, apuntalados ó sostenidos con palos.

Reían, contaban sus hazañas, los grandes peligros arrostrados en los días anteriores. «Los vamos á llevar á puntapiés hasta la frontera...» Su indignación renacía al mirar entorno de ellos. Los pueblos, las granjas, las casas aisladas, todo quemado. Como esqueletos de bestias prehistóricas, se destacaban sobre la llanura muchos armazones de acero retorcidos por el incendio.