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Actualizado: 15 de junio de 2025
España está decadente y enferma, y es menester curarla y regenerarla. Para tan buen fin cada orador propone y ofrece medicamentos que juzga infalibles: la patriótica panacea que a fuerza de cavilar ha descubierto. El discurso pronunciado por doña Emilia Pardo Bazán en los Juegos florales de Orense, tiene este carácter medicinal y regenerador.
Se me figuraba estar escuchando esos juegos en que los organistas se entretienen, a veces, soltando alternativamente los registros más agudos y más graves del órgano. No me descompuse en manera alguna por los insultos del enano. Los había previsto y tenía formado mi plan para responder a ellos.
Dios, al devolverme una esposa y una hermana, me da también un niño a quien amar, un niño que será hijo de los tres y que endulzará nuestras horas con sus juegos y su risa. Aún pueden lucir para Clara también días de sol si sabe resignarse... la más alta sabiduría que podemos alcanzar los mortales sobre la tierra. Los tres te deberemos nuestra felicidad.
A quién se encargarían los juegos de sábanas de batista, a quién los ordinarios, quién haría las camisas, dónde se comprarían los manteles, etc., etc. Todo fué tratado, medido y ponderado. Doña Paula emitía su opinión. Cecilia aparentaba contradecirla, pero en el fondo ¿qué le importaba?
Parecían nacer niños de entre los guijarros del pavimento: bulliciosas bandas ocupaban las aceras, entregándose a sus juegos con la libertad de un villorrio.
Debía de saber que él, Maldonado, hacía tiempo que obsequiaba a Esperanza, que estaba enamorado de ella perdidamente. Sentía en el alma que un amigo tan íntimo le viniese a hacer daño. Recordóle con enternecimiento la infancia, sus juegos, el colegio. Concluyó por suplicarle con voz entrecortada por la emoción que si no tenía un gran interés por Esperancita dejase de darle celos.
Ningún hombre la había besado hasta entonces; solamente su primo la había dado un beso a traición, pero le costó caro, porque le dejó caer dos vasos de limón sobre la cabeza: hasta en los juegos de prendas hacía que pusieran las manos delante, para que no le tocasen la cara con los labios.
Los niños son todo lo contrario: parece que tienen a gala asociarse, para sus juegos y empresas, a todo lo más perdido y desarrapado que encuentran en la calle.
Ambos tuvieron que abandonar la carrera apenas empezada. El infortunio se cebó en sus hogares de modo parecido, y aquella amistad de niños, fundada en juegos y paseos, fue lazo que vino a estrechar la desgracia. El padre de Millán tenía en los barrios bajos una modesta imprenta donde, por hacer favor a un amigo, tiró varios números de cierto periódico clandestino.
Doña Luisa, desde que su marido descendió á la tumba, concentró toda su vida, todo su cariño, todos sus cuidados en la hija de sus amores. Hasay pasó á casa de Doña Luisa, teniendo Lola su misma edad. Los infantiles juegos y las caricias de Doña Luisa desarrollaron la existencia de sus dos hijas, como ella las llamaba.
Palabra del Dia
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