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Actualizado: 13 de septiembre de 2024
El bufón le agarró, y al apoderarse de él dijo con una admirable fuerza de espíritu, soltando su hueca carcajada de bufón: ¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡he ganado! ¡he ganado! ¡para mí! ¡para mí! Y haciendo como que devoraba al paso la perdiz, dió á correr exclamando: ¡Para la reina no! ¡para mí! Y soltó una larga y estridente carcajada que hizo temblar á todos los que la oyeron, y escapó.
Seré tu mare, y tu jembra, y too lo que haya que ser pa que vivas contento y feliz. ¡Olé! ¡Sigue soltando por ese pico, serrana! dijo Rafael con nuevo entusiasmo. Y te quiero también continuó María de la Luz con cierta gravedad porque soy digna de ti: porque me creo buena y estoy segura de que al ser tu mujer no he de darte la menor pesadumbre. Tú no me conoces aún, Rafaé.
Soy tu amigo hasta la muerte. ¿Verdad que soy tu amigo? ¿Verdad que lo soy?... Dí que sí, manteca de oro... Hasta la vista, ¿eh? ¡Muchos, muchos, muchos besos! Y á Velázquez... á Velázquez que se lo coman los lobos añadió soltando la carcajada y saliendo por la puerta como un huracán. Al poner el pie en la calle, aquel relámpago de alegría ficticia se apagó repentinamente.
Sentáronse mis amigos, el viejo joven y el joven viejo, y sacó don Cándido de su faltriquera un legajo abultado. Dos objetos tiene esta visita me dijo: primero, para que Tomasito se vaya soltando en el francés, le he dicho que traduzca una comedia; hala traducido, y aquí se la traigo a usted. ¡Hola!
¿Quién, el Pollo? ¡Anda, que buen polvo lleva a estas horas! exclamó soltando la carcajada. ¿Cómo? ¡Na, que se ha fugado esta misma noche de la cárcel! Abrió un agujero en la pared con una palanqueta, que nadie sabe quién se la dio ni cómo la escondía, y se tiró al patio. De allí gateó por la pared y subió al tejado de un almacén, y de allí se echó a las huertas.
Y un suspiro de angustia respondía a cada una de estas preguntas que me hacía, soltando las riendas a mi caballo, que continuaba su camino lentamente.
Verdad que acallaban sus escrúpulos diciéndose que Amparo muy pronto sería la duquesa de Requena, en cuanto terminase el luto de la anterior esposa. Seguía el pleito entre el duque y su hija, más empeñado cada día y encendido. La Amparo se declaraba parte en él entre sus amigos; gozaba soltando contra Clementina el odio mortal que la profesaba en palabras tabernarias.
Se dejó conducir de este modo, soltando a cada instante frescas carcajadas, y haciéndole mil preguntas acerca de las costumbres cortesanas.
Las chicas comenzaron a gritar: "¡queremos verlo! ¡queremos verlo!" ¿Sabes lo que hizo entonces? Pues lo fué enseñando con la mano puesta encima, dejando sólo ver el pecho y la cabeza. ¡Chica, qué gracia tiene eso! exclamó Pacita soltando la carcajada.
Al fin pudo proferir estas palabras: Ven ... oye ... vamos.... ¡Jamás, señora, jamás! exclamó el joven, dirigiéndose hacia la puerta. La devota inclinó la cabeza, agitó los brazos, soltando la caja; se doblegó después de vacilar un momento, retrocediendo y avanzando; dió un grito y cayó al suelo.
Palabra del Dia
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