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Lo que pasa puede ser medido con lo que pasa; pero lo que no pasa está fuera de toda medida y de toda comparacion con lo que pasa; no es permitido preguntar ni cuándo ha sido, ni si era antes, que lo que es, ó lo que es solo pasado. Vos sois, y se ha dicho todo. Oh! y cuánto me agrada esta palabra! y cuánto me llena para todo lo que he de conocer de vos!

El resultado fué 57,070 toesas, esto es, unos 111 kilómetros, como longitud del grado. Dimensiones de la Tierra.= Más tarde se han medido numerosos arcos de meridiano, por medios mucho más complicados, pero también mucho más precisos, y se ha hallado el valor de la circunferencia entera de la Tierra, que es un tanto superior á 40 millones de metros.

Las plantas aman unas la vida libre y sacudida; otras el trato político y medido; aquéllas viven en las montañas; éstas crecen a gusto recoletas en los jardines y en los huertos. Sin embargo, así como de las familias campesinas salen a veces sutiles cortesanos, así también las plantas campestres se truecan en urbanas. Ello debe de ser, en parte al menos, obra de los hortelanos.

Por el reflejo de la luz, esta película brilla con todos los tonos del arco iris, flotando sobre las aguas como vela de oro, de púrpura y azul, no obstante ser casi imperceptible, pues que algunos físicos que han medido su espesor lo valúan en algunas millonésimas de milímetro apenas.

A la salida y á la entrada, cruza Amparo delante de él, sin mirarlo, sin mirar á nadie, mirando al suelo. ¡Yo respondo de que sabe que su adorado está allí, y de que, á hurtadillas, lo ha medido de pies á cabeza!

Interrogad a esos altivos, a esos ciegos dispensadores de gloria y de castigo: ellos lo han apreciado, medido y previsto todo.

La luz, que tamizaban esmaltadas vidrieras, llegaba lánguida, medido el paso por una inalterable igualdad, y se diluía, como copo de nieve que invade un nido tibio, en la calma de un ambiente celeste. Nunca reinó tan honda paz; ni en oceánica gruta, ni en soledad nemorosa.

Y cuando le dije terminantemente lo que pensaba decirle, se incorporó con la agilidad de un muchacho, me miró con unos ojos en que se pintaba la exaltación de su espíritu resucitado, y exclamó: ¡, Marcelo!... Nada menos que ... ¡el hijo de mi hermano Juan Antonio!... ¡Un Ruiz de Bejos de pura casta, sano y garrido como un trinquete!... Pero ¿lo has pensado... lo has medido bien, hijo mío? ¿No hay en tu arranque algo... vamos, algo de caridá que te ciegue? ¿Sabes bien todo lo que pesa esa carga en un hombre de tu ropaje? ¿Será posible que Dios misericordioso lo haya sido conmigo también en esto que le he pedido tan de veras?

La Colonia, la parte nueva de Vetusta, merced a la influencia poderosa del Marqués, por un rasero se había medido. No había una casa más alta que otra.

¿No había vivido fuera de la ley? ¿No eran indignas sus relaciones con el Príncipe? ¿Qué valor se podía dar al compromiso que sostenía haber contraído secretamente consigo misma? ¿Se podía creer que hubiera sido sincera al contraerlo, o no habría tratado con su aserción de rescate a los ojos de los demás y a los suyos propios, después de haber medido la gravedad de su culpa? ¿Era increíble que se hubiera dado a otro hombre por ejercer el gratuito oficio de redentora? ¡Si por lo menos, sin la quimera de la redención, sin la fe en la duración de su pacto, hubiese amado a ese hombre con amor puro!