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Lo propio pasaba con su modo de vivir; no invitaba nunca a nadie a que salvara su umbral, y no salía nunca a vagar por la aldea para beber un jarro de cerveza en la taberna del Arco Iris o charlar en casa del carretonero.

Era una faja de colores palpitantes, que abarcaba a la joven de pies a cabeza, haciendo temblar todo su cuerpo como si estuviese formado con las tintas del iris. ¡Qué bonita! exclamó Maltrana con arrobamiento . ¡Si pudieras verte!... Tienes la falda verde y el pecho azul. Tu boca es de color naranja; una mejilla es violeta y la otra ámbar. Parece que tengas claveles en la frente.

Pero ¡ay! así amé a Matilde, y aunque no había muerto en mi memoria, y aun vivía en su recuerdo dulcísimo, ya no era ¡ay! para el pobre mancebo, que le había jurado amor eterno, el ángel benéfico que a todas partes le seguía, que señoreado de su espíritu fué luz en todas las tinieblas, rumor de fuente en la soledad, iris de bonanza que anuncia, a través del nublado, que la tormenta se aleja, que ha cesado la tempestad.

Entonces Simoun levantó la cabeza, sonrióse con su sonrisa silenciosa y fría y dijo á Plácido: ¡Está bien! véngase usted conmigo. ¡A la calzada del Iris! dijo al cochero. Simoun permaneció silencioso durante todo el trayecto como si estuviese absorto en una meditacion muy importante.

, Mitra, el del ojo sanguíneo, gran arquero celeste que lo penetras todo con tu dardo lumíneo; , el de la roja veste con orlas y con flecos de eternas igniciones; , Helios, y , Osiris, por quien vive el imperio de las constelaciones y se hace en las alturas el milagro del iris; , bello emperador, envíanos tus dones, tus púrpuras de gloria y tu vital calor.

El iris tiene fisura. La pupila necesita que pongamos la mano en ella. Pero de todo eso me río yo, si cuando tome posesión de ese ojo por tanto tiempo dormido, entro en él y encuentro la coroides y la retina en buen estado.

Al fin y al cabo, ¿por qué no iría a la taberna del Arco Iris para ver qué se decía de la riña de gallos? Todo el mundo iba allí, y, ¿en qué otra cosa podía pasar el rato, bien que a él no le preocuparía nada aquella diversión?

Es la primera tiple absoluta del Teatro Real... ¡Una hermosa mujer!... y nada arisca... Si te parece, vamos a dar la vuelta para que la veas bien... Y sin más aguardar, hizo revolver al caballo y se puso a seguir el coche de la Albini, y en toda la tarde no le perdió de vista. Cuando oscureció se fueron a tomar un sorbete al Iris y después a casa.

Cada vez que se pone un traje me señala las medias, los zapatos, los sombreros y las «aigrettes» correspondientes. Los zapatos están en fila sobre un largo estante; más de cuarenta pares; los hay de todos los colores; altos, bajos, ni altos ni bajos. Las medias forman como un iris, con todas sus infinitas combinaciones.

Llevan el pantalón remangado, y cuando están en coro con las muchachas, los colores se confunden, no distinguiéndose los sexos. Entre todos forman un arco iris. Pero lo interesante es lo externo de la cabeza de estos mozos, su peinado. Parece que es obra lenta y minuciosa el tocado de sus testas.