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Si suponemos otra línea finita dada, en la cual pensamos representar la diferencia, deberemos superponerla á la infinita desde el punto en que acaba la otra finita, y es evidente que se acabará en otro punto determinado por la longitud de la misma, luego no agotará la diferencia entre la línea infinita, y la finita. El mismo resultado se encuentra con expresiones algebráicas.

Los bueyes, chico con grande, a no ser hijos de las vacas flacas, siempre serían bueyes; pero las pesetas nuevas no son como las antiguas, y el día en que la acuñación de la nueva moneda esté terminada, podremos asegurar que en vez de deber, por ejemplo, 20.000 millones de reales, deberemos 19.000, a no ser que la alteración de la moneda no rece con los acreedores del Estado, y les sigamos pagando los intereses con arreglo a la ley antigua.

¿Deberemos inferir de esto que la doctrina de Kant haya sido tomada de dichos autores? No lo ; pero creo que se podria afirmar con algun fundamento, no ser imposible que el filósofo aleman, hombre muy laborioso, de vasta lectura, y de felicísima memoria, hubiese recibido inspiraciones cuya reminiscencia se trasluciese en sus doctrinas.

En cuyo supuesto la ciencia no es digna de este nombre; no es mas que una coleccion de hechos recogidos en el campo de la experiencia: no podemos decir, «esto será ó no será, esto puede ser ó no puede sernos es preciso limitarnos á lo que es; ó mas bien, deberemos circunscribirnos á lo que nos afecta, á la simple apariencia, sin podernos elevar nunca sobre la esfera de los fenómenos individuales.

Toma la palabra igualdad en sentidos muy diferentes, la aplica á objetos que distan tanto como cielo y tierra; y pasa á una deduccion general, con entera seguridad, como si no hubiese riesgo de equivocacion. ¿Queremos reducir á polvo cuanto acaba de decir? aquí como deberemos hacerlo. ¿Qué entiende V. por igualdad? Igualdad, igualdad.... bien claro está lo que significa.

De estas incoherentes cavilaciones infiero yo que si nuestro triunfo se retardase demasiado, así en el mar del Sur como en el golfo de Méjico, culpa sería de nuestra falta de fe, que seguiría enajenándonos la protección del cielo: pero que si como es de esperar vencemos pronto, sin duda que al cielo, ó á la suerte para el que no crea en su influjo, deberemos el triunfo en primer lugar; pero también le deberemos al valor de nuestro ejército de mar y tierra y á la habilidad é inspiración de sus jefes.

Es una extension en que ella cabe. Ahora bien, ¿esta extension ó lugar, ha menester á su vez otra extension en que colocarse, ó ? si lo primero, diré lo mismo del nuevo lugar, en que se coloque el primer lugar, y así hasta lo infinito. Esto es evidentemente imposible, y por tanto deberemos convenir en que es falso que toda extension necesite otra extension en que colocarse.

Ahora bien: si estas reflexiones, aunque lijeras, tomadas de documentos intachables, y que no podrán redargüirse de sospechosos, como son los citados, dirijidos á España sobre lo resuelto en Filipinas por aquellas autoridades en los espedientes de la referencia, prueban los perjuicios reales de aquel comercio, y los inconvenientes que se pulsan para darle ese ingreso á la renta, único con que puede contarse para su fomento, ¿á que deberemos atenernos, para no aventurar nada, para no errar y esponer los intereses de la renta? ¿que datos podrán ser los mas luminosos, ciertos y seguros para reformar, aunque en pequeño, el establecimiento, y si es posible darle mayor estension y fomentar sus ingresos, ó al menos conservarle los que tiene? y ¿que razones podrán ser de mas peso al caso, las que desde Manila se han fundado con conocimiento de lo que es el pais y práctica acreditada por una constante esperiencia, ó los que en teoría se hayan podido concebir y proponer en Madrid?

Todo esto no dura mas que un segundo; nuestras quejas no se prolongan más que el canto de la cigarra en otoño; y tales cantos ¿pueden impedir la llegada del invierno? ¿No es preciso que a cada cosa le llegue su día, que todo muera para que vuelva a nacer? Ya otras veces hemos muerto y hemos renacido, y deberemos morir y renacer en lo porvenir.

Dios, al devolverme una esposa y una hermana, me da también un niño a quien amar, un niño que será hijo de los tres y que endulzará nuestras horas con sus juegos y su risa. Aún pueden lucir para Clara también días de sol si sabe resignarse... la más alta sabiduría que podemos alcanzar los mortales sobre la tierra. Los tres te deberemos nuestra felicidad.