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La extraordinaria facilidad, con que las componía, no le dejó permanecer ocioso en sus años juveniles, y la multitud de sus obras dramáticas casi nos obliga á creer que, en el primer período de su vida, compuso también algunas. Su poderoso influjo en el teatro español parece haber comenzado hacia el año 1588.

El mismo sobresalto que un buen día, al influjo de vivísima alarma, me había empujado maquinalmente hacia Nièvres y me había hecho caer allí como un accidente, puede ser como una catástrofe, me hacía vagar, en medio de la noche, por aquella casa confiada y dormida, me conducía a la alcoba de Magdalena y a ella llegaba como un sonámbulo. ¿Era yo un desventurado en el colmo del sacrificio, enceguecido por el deseo, ni mejor ni peor que mis semejantes? ¿era un malvado?

Este influjo hacia la mitad, y después hasta fines del siglo XVII, fué mucho mayor y más extenso que durante el período anterior; por consiguiente, no ateniéndonos en rigor á los límites trazados por la época en que nos ocupamos, sino traspasándolos, indicaremos también lo más importante que se conoce sobre este punto, comprendiendo en estos datos el siglo XVIII. Veamos, pues, lo que nos dice Riccoboni, que tan bien conocía los teatros de toda Europa hace más de un siglo.

Un nuevo factor, y de otra especie, fue introducido después; digo uno porque sólo al influjo de éste han sido posibles los demás, no siendo viables en pueblos ignorantes y retrógrados la inmigración europea, la prensa libre, los ferrocarriles, los telégrafos, etc., etc.

Con estas cualidades, con su fama de valiente, sus encuentros afortunados en sus años más juveniles y su galantería fina y delicada, no era estraño que ejerciese tanto influjo sobre sus compañeros, y fuera elegido para dar cima á tan difícil empresa como lo era la enseñanza del castellano.

Consta que los autores de La Celestina no la escribieron para representarse de la extensión que dieron á su obra, y tampoco se sabe que se haya hecho tentativa alguna para llevarla á la escena en su forma primitiva. A pesar de esto no fué poco importante el influjo que ejerció en la literatura dramática española.

Mi propósito es sólo hablar del influjo que ejerce el dinero en las almas: esto es, que yo no trato aquí de Economía Política, sino de Filosofía Moral, exponiendo algunos pensamientos filosóficos acerca del dinero, ora nacidos de mi propia meditación, ora de la mente profunda de los sabios antiguos y modernos que he consultado.

-Eso haré yo de muy buena gana, señor mío -respondió Sancho-, y volvamos a mi aldea en compañía destos señores, que su bien desean, y allí daremos orden de hacer otra salida que nos sea de más provecho y fama. -Bien dices, Sancho -respondió don Quijote-, y será gran prudencia dejar pasar el mal influjo de las estrellas que agora corre.

Y de nuevo entonces, como una esfinge atormentadora, surge en su mente la pregunta de si ha pasado o no la edad en que sin imprudencia puede el hombre casarse y crear una familia. Esta vez, debido quizás al influjo de ese alegre sol de mayo, la respuesta se formula en su espíritu con menos vacilaciones, con mayor claridad que nunca.

A fin de explicar este influjo de las obras literarias, ejercido en ocasiones sin propósito y hasta contra la voluntad del autor, se ha inventado una palabra, para mi gusto nada bonita, pero muy gráfica. La novela y el drama que en alto grado son así, se llaman tendenciosos.