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Pues yo no me aburro jamás sino cuando estoy acatarrado y el médico me obliga a sudar en la cama dijo Narciso Luna: y la frase fue celebrada por su amiga la de Peñarrubia. Llámese usted un hombre excepcional dijo Tristán dirigiéndole una mirada de desdén , porque la vida, para la casi totalidad de los humanos, oscila siempre entre la pena y el aburrimiento.

Se contemplaba de los pies a los hombros, satisfecho de su aspecto, enfundado en un traje de lanilla negra, que le hacía sudar, ocultas las manos en guantes obscuros y sosteniendo en una de ellas un saquito de viaje.

Nosotros hemos conocido los malos tiempos; nos ha costado sudar la plata. No como otros, que llegan con toda clase de comodidades y quieren de golpe conquistar una fortuna; como si la fortuna estuviese ahí, esperándoles en el muelle.

Bien que en él vendrás, porque estás cierto De los soldados que á tu cargo tienes, Y sabes que el menor en campo abierto Hará sudar el pecho, el rostro y sienes Al mas aventajado de Numancia: Ansi que está sigura tu ganancia. Respondeme, señor, si estas en ello, Porque á la execucion se venga luego. Donaire es lo que dices, risa, juego, Y loco el que pensase de hacello.

El cura creyó suficientes sus explicaciones; y, muy satisfecho del símil, cuya exposición le había hecho sudar, se limpiaba el cogote con su pañuelo verde con rayas blancas, sin cuidarse ya de que aquel caballero, que parecía tonto, hubiese comprendido o no.... El secreto de la confesión y la buena memoria de D. Diego no le permitían a él ser más largo ni más explícito.

Fuiste envidioso, descuidado y tardo, Y á las Ninfas de Henares y Pastores, Como á enemigos les tiraste un dardo, Y tienes tu poetas tan peores Que estos en tu rebaño, que imagino Que han de sudar, si quieren ser mejores. Que si este agravio no me turba el tino, Siete trobistas desde aqui diviso, A quien suelen llamar de torbellino,

El buey Apis dio un mugido, expresión fiel de la admiración, la sorpresa y el sobresalto que al punto le embargaron, y comenzó a sudar a la vista de la chimenea encendida. ¿Pero qué es esto, señora condesa? exclamó desolado . ¿Sigue la jaqueca?... Fatal... ¡Fatal estoy! contestó Currita . Creo que tengo calentura... ¡y unos escalofríos!...

Gustábale calzarse en el pie derecho el grueso escobillón, y arrastrando el paño con el izquierdo, andar de un lado para otro en la vasta pieza, con paso de baile o de patinación, puesta la mano en la cintura y ejercitando en grata gimnasia todos los músculos hasta sudar copiosamente, ponerse la cara como un pavo y sentir unos dulcísimos retozos de alegría por todo el cuerpo.

El anciano teólogo se detenía a menudo, balbucía olvidando alguna demostración, pero súbito tomaba vuelo y se lanzaba vigoroso sobre las premisas, haciéndoles sudar inmediatamente las conclusiones apetecidas. ...Todo lo que se mueve se mueve por algo. O lo que mueve es movido o no. Si no se mueve, tenemos lo que buscamos, un móvil inmóvil, y a esto llamamos Dios.

Aún vivía en la torre del Pirata; aún estaba en medio de lobregueces, de una soledad poblada por los rumores de la Naturaleza, en el interior de un cubo de piedra cuyas paredes parecían sudar lóbrego misterio. Algo había sonado fuera de la torre: un grito, un aullido, distinto del de la otra noche, más sofocado, más lejano.