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Actualizado: 18 de septiembre de 2024
Todos los que fueron designados por Juan Claudio Hullin se reunieron en la cabaña del ségare al abrigo de la campana de la inmensa chimenea. Un cierto buen humor resplandecía en el rostro de aquellas animosas gentes.
Tragomer se levantó, se apoyó en la chimenea y contestó, dirigiéndose tanto á Marenval como á la madre de Jacobo: He adquirido la convicción, más aún, la certeza, de que la mujer por cuya muerte fué condenado Jacobo, vive. ¡Lea Peralli! exclamó con estupor la anciana. Lea Peralli.
«Otro aposento mas adentro, que llamaban el de la chimenea, estaba tambien todo colgado de tapicería mas fina, y allí habia un rico dosel, y este aposento sirvió para que la reina comiese los dias que duró la fiesta de la coronacion del rey.
Y bien... Me pidió sangría... ¿Y qué? Se la serví... y luego... como no le conocía, como nada sé... por ver lo que hacía, volví quedito... estaba dormido al lado de la chimenea en vuestro sillón. ¿Y qué hay de malo en eso?... Nada, pero... cuando volví otra vez... ya no estaba en la sala. ¿Que no estaba? No, sino en la alcoba, acostado en vuestro lecho y durmiendo.
Algunos se colocaron inmediatamente en torno de la chimenea, con las piernas sobre las sillas, y en aquella postura se resignaron silenciosamente a la labor ímproba de una pesada digestión. En atención a mi estado gástrico, no acepté la invitación que para cenar me hizo el posadero, pero me dejé conducir al salón. Era el tal posadero un magnífico tipo barbudo del hombre animal.
Pero ahora parece que está usted muy confortable observé, sonriendo; tiene una casa cómoda y atrayente, una buena esposa y todo lo que puede hacerlo feliz. Dice usted bien contestó, tomando una larga pipa de arcilla de sobre el morillo de la abierta chimenea. Un hombre no necesita nada más.
Conocedor Joaquín de la manera de tocar ciertos registros del alma humana y de los efectos de la sorpresa teatral en los sentidos del hombre, y más aún de la mujer, llegose a la chimenea, tomó de ella una cajita, abriola y mostró a los ojos admirados de Isidora porción cumplida de dinero, monedas de oro y plata, y dos o tres manojillos de billetes de Banco.
El Goethe quería llegar hermoseado al término de su viaje, y un blanco de leche refrescaba los tabiques de las cubiertas y las cañerías interiores; un amarillo tierno de manteca abrillantaba los mástiles, la chimenea y los brazos de las grúas; un negro intenso ocultaba las desconchaduras del enorme casco, dando a éste un aspecto virginal, cual si acabase de deslizarse por la grada de un astillero.
3 Por tanto, serán como la niebla de la mañana, y como el rocío de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que de la chimenea sale. 4 Mas yo [soy] el SE
Se celebró la boda, con la posible solemnidad, en la iglesia de Zaro y luego la fiesta en la casa de Bautista. Hacía todavía frío, y los aldeanos amigos se reunieron en la cocina de la casa, que era grande, hermosa y limpia. En la enorme chimenea redonda se echaron montones de leña, y los invitados cantaron y bebieron hasta bien entrada la noche, al resplandor de las llamas.
Palabra del Dia
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