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Jacobo no se convertirá para siempre en Herbert Carlton á fin de imitar á Jenny Hawkins por medio de esta ingeniosa sustitución. No, Sorege; no caeremos más en sus artimañas. Está usted descubierto y en cuanto Jacobo hable una hora con Lea Peralli, estará en situación de confundirle á usted y de rehabilitarse, puede usted estar seguro.

Si Lea Peralli, por un encadenamiento de circunstancias inexplicables para , vivía, mientras Jacobo de Freneuse sufría una condena por haberla matado, era evidente que este misterio encubría una monstruosa iniquidad. Adopté, pues, la resolución irrevocable de esclarecer y reparar el mal causado á mi infeliz amigo.

Tragomer se levantó, se apoyó en la chimenea y contestó, dirigiéndose tanto á Marenval como á la madre de Jacobo: He adquirido la convicción, más aún, la certeza, de que la mujer por cuya muerte fué condenado Jacobo, vive. ¡Lea Peralli! exclamó con estupor la anciana. Lea Peralli.

Si la fotografía representaba á Jenny Hawkins, tal como la había visto en San Francisco, la partida se perdía y habría que creer en una semejanza sorprendente entre la cantante y Lea Peralli. Pero si no era Jenny... Miró de repente el retrato y lanzó un grito: ¡No es Jenny Hawkins! ¡Vamos, caballero, dijo Campistrón con una sonrisa de condescendencia, usted bromea!

Estaba arrodillada en un reclinatorio, con la hermosa cabeza apoyada en las manos cruzadas y con los ojos fijos en el cielo como para implorarle. Me estremecí. Por segunda vez y con mucho mayor intensidad que la primera, tuve la sensación de que Lea Peralli estaba delante de .

Abrió la boca, pero no acertó á articular ningún sonido; sus ojos se abrieron desmesuradamente y toda su emoción se tradujo en un movimiento de cabeza y un chasquido de manos, aplicadas con fuerza al borde de la mesa. Pero Tragomer no le dió tiempo para reponerse y añadió en seguida: Lea Peralli está viva.

Había sido imposible encontrar ninguno. ¿Sería Sorege? Marenval se lo preguntaba y no encontraba una respuesta aceptable. Si Sorege había sido cómplice ¿quién era la mujer muerta en la calle de Marbeuf? Porque no había que perder de vista que, en realidad, se había cometido un crimen y que si Lea Peralli vivía, otra había sido asesinada en su lugar.

Yo estoy aquí con esta inmunda librea de presidiario porque Lea Peralli murió asesinada. ¿Qué significaría todo este rigor, toda esta infamia, si yo no tuviera que responder de un crimen cierto? ¿Qué formidable y monstruosa mistificación se habría cometido? ¿Y qué decir de los que se hubieran prestado á ella? Se echó á reir sordamente; después sus ojos se llenaron de lágrimas.

¿Y entonces? preguntó, por fin, Marieta. Entonces, dijo lentamente Tragomer, creo que se ha cometido en este asunto un error judicial y que nuestro amigo Maugirón hablaba hace un momento con mucha razón. Yo he conocido mucho á Lea Peralli, dijo Lorenza Margillier. Era una muchacha muy agradable y que cantaba deliciosamente.

¿Has descubierto al verdadero asesino de Lea Peralli? No lo he descubierto, por la sencilla razón de que Lea Peralli está viva. Los ojos de Jacobo se pusieron fijos como si los atrajera una visión lejana y horrorosa. Movió la cabeza y dijo: La vi bañada en sangre. ¡Estaba muerta! Y yo la he visto llena de fuerza y de salud. ¡Estaba bien viva!