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Actualizado: 19 de junio de 2025
Jacobo le miraba de frente, pero Sorege no pestañeó. ¿Estás loco? ¿Quién? ¿Esa americana? ¡Lea Peralli! Bien sabes que está muerta. Te engaña una semejanza que á mi también me sorprendió. ¡Oh! Sé que existe un parecido increíble!... Tragomer le interrumpió poniéndole la mano en el brazo, y le dijo con tristeza viéndole perdido: No mienta usted, Sorege.
Si su infamia ha sido tal como la sospecha Tragomer, me reservo el derecho de juzgarle y de castigarle. Tragomer bajó la cabeza. Es justo, dijo, y nada tengo que contestar. En cuanto á Lea Peralli, continuó Jacobo, no esperaréis mucho tiempo sin saber á qué ateneros. Mañana mismo tendremos una solución. Vesín y Marenval se levantaron.
De que Sorege hubiera pasado por San Francisco en la misma época que él y de que estuviera en el cuarto de Jenny no se deducía que fuese un criminal. Y, sin embargo, si Jenny Hawkins era Lea Peralli... Al llegar á este punto, Tragomer se encontraba ante un oscuro abismo que en vano intentaba sondar.
Puesto que Lea Peralli está viva y anda por esos mundos con el nombre de Jenny Hawkins, después de haberse hecho llamar durante algún tiempo Juana Baud, es que ésta estaba muerta. La mujer de la calle Marbeuf, tu pretendida víctima no era otra que Juana Baud. ¡Pero es imposible! dijo Jacobo. Es cierto, contestó Cristián.
Doy un mentís formal á los que me acusan. No he sabido más de lo que dije anoche al señor de Freneuse, y muy tarde ya para utilizarlo en su favor. En cuanto á su conducta personal con sus antiguos amigos, más vale no hablar de ella, y si no se acuerda de los servicios que le prestó Lea Peralli, es un ingrato...
Palabra del Dia
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