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Acabó por sentirse cohibido delante de esta señora que examinaba el salón como si fuese á quedarse en él para siempre. Freya se interesó unos momentos por la peluda fealdad de Tòni. Era un verdadero mediterráneo, tal como ella se los imaginaba: un fauno perseguidor de ninfas. Ulises rió de los elogios dirigidos á su segundo.

Tus razones alivio han dado en parte, Famoso Duero, á las pasiones mias, Solo porque imagino que no hay parte De engaño alguno en estas profecias. Bien puedes de eso, España, asegurarte, Puesto que tarden tan dichosos dias, Y á Dios, porque me esperan ya mis Ninfas. ESPA

Numa Pompilio, Egeria, no son más que nombres simbólicos que resumen todo un período de la historia del pueblo romano, lo mismo que la de toda sociedad naciente: á las ninfas, ó, por mejor decir, á las fuentes; á los bosques, á los montes deben los hombres la inspiración de sus costumbres y sus leyes en el origen de la civilización.

Dádmele acá, compadre, que precio más haberle hallado que si me dieran una sotana de raja de Florencia. Púsole aparte con grandísimo gusto, y el barbero prosiguió diciendo: -Estos que se siguen son El Pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaños de celos. -Pues no hay más que hacer -dijo el cura-, sino entregarlos al brazo seglar del ama; y no se me pregunte el porqué, que sería nunca acabar.

No bien Fausto se recobra de sus violentas emociones, merced a un sueño mágico, arrullado por cantos de genios y de ninfas, en un fertilísimo y ameno vergel, las mencionadas aspiraciones empiezan sucesivamente a realizarse, hasta donde la condición finita de Fausto y del mundo lo consiente.

Mas he aquí que Rubio, el teniente de la tercera, hombre acreditado de audaz entre sus compañeros de arma y de un genio devastador para el sexo femenino, se presenta de improviso asomando su cabeza temeraria por encima de unas matas. Las ninfas, al verle, lanzan un grito y quedan petrificadas en la actitud en que las sorprende. Consuelo, desde lo alto del árbol, le apostrofa con violencia.

No se descuidó Arturo, aprendió cuanto hay que aprender y supo aprovechar las lecciones que le dieron; pero las lecciones salieron extremadamente caras. A los dos años de haber estado Arturo en Europa, había ya gastado a su padre, perdiéndolo al juego o en obsequio de las ninfas, cerca de 400 millones o contos de reis.

En la segunda jornada salen dos figuras de ninfas, vestidas bizarramente, cada una con su tarjeta en el brazo: en la una viene escrito Curiosidad, en la otra Comedia. «CURIOSIDAD. ¿Comedia? COMEDIA. Curiosidad, ¿Qué me quieres?

Ferragut avanzó por una calle solitaria, entre dos filas de árboles de fresco trasplante, que empezaban á dar su primer estirón. Miraba las fachadas de las «torres», hechas de bloques de cemento imitando la piedra de las viejas fortalezas, ó con azulejos que representaban paisajes de ensueño, flores absurdas, ninfas azuladas. Al descender del tranvía había adoptado una resolución.

¡Que todavía das, Sancho -dijo don Quijote-, en decir, en pensar, en creer y en porfiar que mi señora Dulcinea ahechaba trigo, siendo eso un menester y ejercicio que va desviado de todo lo que hacen y deben hacer las personas principales que están constituidas y guardadas para otros ejercicios y entretenimientos, que muestran a tiro de ballesta su principalidad...! Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas, y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas ricas telas que allí el ingenioso poeta nos describe, que todas eran de oro, sirgo y perlas contestas y tejidas.