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Pues cierto que es más milagro darme a un poeta un escudo que yo recebirle: si con esta añadidura han de venir sus romances, traslade todo el Romancero general, y envíemelos uno a uno; que yo les tentaré el pulso, y si vinieren duros, seré yo blanda en recebillos. Admirados quedaron los que oían a la Gitanica, así de su discreción como del donaire con que hablaba.

Por ejemplo: Luz seguía fuera del colegio las prácticas cristianas a que se había acostumbrado en él. Iba a la iglesia a menudo y tenía sus rezos en casa. Pues a todos estos actos piadosos la acompañaba su madre. Algo la mordían sus amigas, y con gran donaire se sacudía ella de las zumbas; pero seguía yendo a la iglesia y rezando con su hija, muy a su placer.

Con mucho donaire, la muchacha se llevó a la boca por segunda vez el huevo roto y se atizó otro sorbo. No cómo puede usted comer esas babas crudas dijo Santa Cruz, no hallando mejor modo de trabar conversación. Mejor que guisadas. ¿Quiere usted? replicó ella ofreciendo al Delfín lo que en el cascarón quedaba.

Algunas hebras negrísimas entre muchas canas, y alguna línea suave en el ajado rostro, restos miserables de encantos vencidos por el tiempo, atestiguaban de que doña Manuela no fue fea, mas sin que la fisonomía ni el talle acusasen picardía o donaire.

Mendrugo quiere saber más de él; se sienta en el suelo, y oye admirado los prodigios de esta tierra, en donde hay ríos de leche, puentes de pan con manteca y árboles de jamones, y no repara que mientras tanto se apoderan los rateros del plato. En otra piececilla de estas se refiere con mucho donaire la manera, con que una mujer astuta se burla de su marido.

Oyose un rumor de chapines y un crujir de sedas en la galería, y Beatriz apareció vestida de negro y olorosa como un sahumador encendido. Mientras Ramiro se inclinaba con donaire, la doncella dejó caer su manto hacia atrás. Doña Alvarez, que la acompañaba, quedose en la estancia vecina. ¡Solos! se dijo el mancebo. Uno y otro temblaban.

Y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas, y, asiendo de una, comenzó a comer con mucho donaire y gana, y dijo: ¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales.

En su epístola á Matías de Porras describe con los más vivos colores su felicidad conyugal, mayor aún con el nacimiento de su hijo Carlos: «Cuando amorosa amaneció á mi lado La honesta cara de mi dulce esposa, Sin tener de la puerta algún cuidado; Cuando Carlillos, de azucena y rosa Vestido el rostro, el alma me traía, Cantando por donaire alguna cosa.

A compasión mueve, no aquel desdichado loco, sino Cervantes, que en él se reflejó harto de veras, con apariencias de donaire y burla; lágrimas que no sonrisas arrancara a los que tienen alma don Quijote, y en él se advierte que Cervantes arrojaba entre sus gracejos al mundo, que no le comprendía, pedazos de sus míseras entrañas.

Y se acercaba á él y le pasaba con delicadeza la mano sobre la cerviz. Bartolo gruñía. Estaba Celso en vena de humor jocoso y bromeaba imitando, en cuanto le era posible, el acento, la desenvoltura y el donaire que había admirado en sus compañeros de cuartel allá en Sevilla. Era su dulce manía.