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Iban todas a subir a la habitación de la abuelita, cuando sonó el timbre de calle y se anunció José Luis. ¿Y piensas recibirle así? dijo Carmen mirando a Laura de arriba abajo, sorprendida de su desaliño. Ella le respondió con un ligero gesto de fastidio. Pero , Adriana, mientras ellas suben con él, vendrás a conversar conmigo.

No nos entendemos repuso llena de confusiones, y mortificada por la observación tenaz de doña María . ¿Vendrás todas las noches? Aquí es preciso mucha cautela. Para respirar necesito pedir la venia a la señora. Ten prudencia, Gabriel; también D. Diego nos mira.

21 Y luego enviaré el criado, [diciéndole]: Ve, busca las saetas. Y si dijere al criado: He allí las saetas más acá de ti, tómalas; vendrás, porque paz tienes, y nada hay [de mal], vive el SE

Y querer mora á cristiano? Eso mejor lo entiendes. Ay Silvia, como me ofendes Y me lastimas temprano! Yo, mi señora, en qué suerte? Escucha, y te lo diré, Que escuchandome, bien Que vendrás á enternecerte.

Y te digo más: vendrá un día en que, como hoy, desearás verme, aunque sólo sea el espacio de un segundo... y atropellando por cuantos obstáculos se ofrezcan, y despreciando cuantas trabas te lo impidan, vendrás a ... a . Diciendo esto la sacudía por las muñecas, como el huracán sacude al tierno arbusto.

Ahora que ya eres mío, porque supongo que vendrás a menudo, te lo voy a decir. ¡Me gustabas de un modo atroz! ¿Y verdad que tu Carola te gusta también más que aquella gata esmirriada? Mira... no los años que tienes; nadie tiene más de los que representa; pero ya quisieran muchos jóvenes igualarse contigo. ¿De veras, pichona? ¡Buenos están los jóvenes!... ¡Tísicos!

Antier a las seis de la mañana pasaron por aquí las Castro Pérez: iban a caballo, con sombreros jaranos. ¡Buena visita! ¡Pobre de Angelina que habrá tenido que lidiar con ellas! «A la una, cuando volvía yo de misa, me encontré a don Carlos. Iba con Gabrielita. ¡De veras que la muchacha es hermosa! Me dijeron que el día cinco vendrás a la fiesta. Nosotras estamos contando las horas.

¿No vendrás a almorzar?... ¡Ay!... Según: si me acometen dolores «tan horrendos» como los que a ustedes les dominan, tendré que quedarme hasta que se me pasen; si no son tanto que mi voluntad pueda vencerlos, estaré aquí de nueve a diez.

Estoy llena de zozobra. ¿Qué sucede, Dios mío? ¿Qué sucede? Hablando así, entraron ambos en el salón. El ama Teresa fué tras ellos. Déjanos, Teresa. Luego vendrás. Tengo que hablar con Beatriz dijo Paco. Este misterio pareció aumentar el sobresalto de la linda muchacha. El ama Teresa salió de la sala regañando. Ya solos Paco y Beatriz, dijo ésta: ¿Qué misterios son los tuyos? ¿Qué me vas a decir?

Y sin apartar de ellas los ojos profirió: ¿Vendrás mañana á despedirme? No respondió el mozo con firmeza. Haces bien. ¿Para qué llamar la atención de la gente? Y después de una pausa añadió tendiéndole la mano: Adiós, Nolo, que Dios te proteja como hasta ahora, que proteja á tus padres y á tus hermanos y al ganado que tenéis en la cuadra.