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No hay nada, y sabes cuándo va... No me sofoques, Marianela, no me sofoques!... Y ¿cuándo vas? El martes. ¿Y él lo sabe? ... ¡Y dices que no hay nada!... ¡Vete, Marianela, vete; te echo, te echo!... Margarita me abraza y me besa en medio de un alborozo en que palpita a brincos su joven corazón. ¿Vendrás, Marianela? Mira que me haces mucha falta... Iré.

Pues ¿lo vendrás a imposibilitar por no ser caballero, ni quererlo ser, ni tener valor ni intención de vengar tus injurias y defender tu señorío?

Pero volverás, dime que volverás pronto. Piensa que has escupido para volver, y eso es importante. No vendrás aquí mismo... conforme... Pero volverás a Europa. ¡Y esto es Europa, Fernando!... Nos juntaremos en París, y si no en Suiza... o si te parece mejor en Italia, o tal vez en Atenas o El Cairo.

No hay ni puede haber lugar más seguro. En lo porvenir acaso esto fuese imprudente: ahora no. Ven sin miedo. No tendrás necesidad de llamar porque estaré solo y al cuidado para recibirte, y al salir hallarás en la puerta un coche que te llevará hasta donde quieras. ¿Vendrás?

5 De allí vendrás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entrares allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del alto, y delante de ellos salterio, y adufe, y flauta, y arpa, y ellos profetizando. 6 Y el Espíritu del SE

Me puse al cinto la pistola, dije adiós a mi casita, y a mis libros, mis buenos amigos, mis cariñosos compañeros, y me dirigí a la calle. Mientras el mozo arreglaba la silla y ataba a la grupa la manga y el joronguillo, salió mi tía Pepa, y tras ella señora Juana. Vamos, hijo mío, ¿no me dices adiós? ¿Te olvidas de ? ¡No, señora, cómo! ¿Cuándo vendrás? No . Acaso dentro de ocho o quince días.

Por ahora, lo que tienes es un miedo atroz a la fantasma de tu mujer. No es miedo; pero no quiero que pudiendo evitarlo nos den una desazón en tonto. ¿Y dónde me dejas el tratarnos a cuerpo de rey? Chica, ¡qué cuarto! Hay un sofá retorcido para sentarse dos y comerse a besos... Nada más que mirarlo da vergüenza. Lo que dará serán ganas de sentarse. Anda, paloma, ¿vendrás?

Qué es esto que ven mis ojos! Lo que presto no verán Segun la priesa se dan De acabarme mis enojos: Ves aqui, Lira; cumplida Mi palabra y mis porfias De que no moririas Mientras yo tuviese vida. Y aun podré mejor decir Que presto vendrás á ver Que á sobrará el comer, Y á faltará el vivir. Qué dices, Morandro amado?

La señora está aquí... Pero te dice que no pases, porque vendrás llena de miseria...». En aquel momento apareció por otro lado la señorita Obdulia, chillando: «Nina, bien venida seas; pero antes de que entres en casa, hay que fumigarte y ponerte en la colada... No, no te arrimes a . ¡Tantos días entre pobres inmundos!... ¿Ves qué bonito está todo?».

, ellos; ayer el señorito Álvaro, que es el que manda allí... porque el amo está ciego, ve por sus ojos: el señorito Álvaro me puso de patitas en la calle. Hoy debo despedirme. Me ofreció colocación en la fonda; pero yo prefiero quedar en la calle.... Vendrás a esta casa, Petra dijo la voz de caverna, con esfuerzos inútiles por ser dulce.