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Lo que no le había dicho era que él tenía mucho miedo; que así como se alegraba de ver rotas aquellas relaciones que iban a acabar con la poca salud que le quedaba y a dejarle en ridículo a los mismos ojos de Ana, le horrorizaba la idea de verse frente a frente de don Víctor con una espada o una pistola en la mano. La proposición primera de Frígilis la aceptó inmediatamente.

Dio otra palmada el director del combate. «TresUn momento antes Canterac había hecho fuego. Todos corrieron en una misma dirección, menos el capitán, que permaneció inmóvil, con el brazo caído y la pistola todavía humeante en su diestra. El contratista estaba de bruces en el suelo como una masa inerte.

Me ven tocios los días tocar el piano con mano firme, y podrían creer que invento una escapada para librarme de la tizona de Maurescamp, que tira muy bien. Pero si podéis obtener la pistola, por medio de algún argumento honorable, sería muy conveniente para

Te advierto que, aunque abogado, tengo algún valor además del cívico, y me siento capaz de batirme. ¡Acabáramos! Ya ve usted que hasta le concedo la ventaja de la elección de armas, porque soy yo el ofensor. Me son indiferentes, pues no he tenido hasta hoy en mi mano una pistola ni una espada. Yo llevaré unas y otras al terreno, y sus testigos elegirán. Indique usted la hora.

Su habilidad suprema en el manejo de la pistola le ponía en condiciones de saciar este deseo, pero al mismo tiempo despertaba en su conciencia ciertos leves escrúpulos que procuraba sofocar por medio de reflexiones más o menos fundadas. «Nanín es un gran cazador se decía . Conoce admirablemente el manejo de la carabina. ¿Por qué no ha de tirar también la pistola

La condesa acertó muchos blancos, lo mismo que Pedro y miss Florencia. El único que estuvo desgraciado fué el conde, á pesar de ser un tirador habilísimo en toda clase de armas, de lo cual había dado más de una brillante muestra en los tiros de pistola y salas de armas de París y Madrid. Pero aquel día estaba nervioso ó no sabía lo que le pasaba.

El prócer conservaba el cigarro puro en la mano izquierda, al cual seguía dando con impasibilidad un poco teatral, largos chupetones. Empezaban a caer del cielo gruesas gotas, anunciando un fuerte chaparrón. Peña gritó al fin: Señores, preparados... Una, dos, tres... El Duque inclinó la pistola y apuntó. Gonzalo, apuntando también, avanzó pálido, con los ojos inyectados.

También, como ya le dije a Vd., ha querido enseñarme la esgrima, y después a fumar y a tirar la pistola y a la barra; pero en nada de esto he consentido yo. ¡Qué diferencia exclama mi padre , entre tu mocedad y la mía! Y luego añade riéndose: En sustancia, todo es lo mismo.

Pierrepont, cuya actitud revelaba una especie de descuido y desaliento, se preparaba a hacer sus tres últimos disparos; montaba su pistola, cuando un ligero rumor le hizo volver la cabeza y sus ojos encontraron los ojos de Beatriz, fijos en él con una expresión tal que aquella mirada penetró hasta sus huesos.

¡Lo que me ha costado adecentarlos y educarlos! gemía Toledo . Y ahora parece que los van á llamar de Italia para que sean soldados... ¡Más hombres á la guerra! ¡Hasta estos chicuelos, que aún no tienen la edad!... ¿Qué haremos cuando se vayan Estola y Pistola? Muchas noches, á la hora de comer, sufría quebrantos la disciplina de la comunidad. El primero que faltó fué Spadoni.