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Actualizado: 13 de junio de 2025
La viveza y rústica obstinación, con que se presenta, agradan á los caballeros, y uno de ellos dice ser el ofensor de Mendo; pero la broma termina en tragedia, porque Sancho acomete en seguida al supuesto Payo, y lo tiende muerto á sus pies. No nos es posible extendernos más en la exposición del argumento de esta comedia, y nos limitamos á extractar lo más esencial.
No debia dar destemplados gritos, aullidos horribles; era menester que envuelto y replegado en el seno mas oculto del corazon, hubiese destilado desde allí su veneno mortal. «Por cierto, debia decir, que el ofensor no es nada digno de obtener lo que pretende; y solo por este motivo conviene oponerse á que lo obtenga. Hizo una injuria, es verdad; pero ahora no es ocasion de acordarse de ella.
Pues yo te la doy, ¡cien rábanos! exclamó el guerrillero sulfurándose . Mira, dame agua otra vez; tengo mucha sed; tu secreto me sabe a hiel y vinagre. Bebió, y después, cavilando un poco, dijo como si masticara las palabras: Además, antes de hablar de reconciliación es preciso determinar bien quien es el ofendido y quien el ofensor. Te quejas de que te he perseguido y hablas de mis crueldades.
No obstante, cuando la injuria es despreciable, y el ofensor pobre, se contenta el ofendido, con solo castigarle en las espaldas con sus bolas de piedra. Si el ofensor es poderoso, le dejan, á menos que el cacique no medie, y le obligue á dar satisfaccion.
El cacique tiene poder de proteger á cuantos se le acogen; de componer, ó hacer callar en cualquiera diferencia, ó disputa, ó de entregar al ofensor para ser castigado con pena de muerte, sin estar obligado á dar razon de ello, porque en estos casos su voluntad hace ley. Generalmente es susceptible de cohecho, entregando sus vasallos, y aun sus parientes cuando le pagan bien.
Por fin, Margarita, con ese tacto que sólo las mujeres tienen, resolvió las dificultades proponiendo que se diera un baile para celebrar lo de la senaduría, enviándose a Félix, como de costumbre, su correspondiente invitación; lo cual, después de lo ocurrido, venía a ser como una satisfacción, que sin desdoro del ofensor podía desagraviar al ofendido.
Al lado de estas cualidades, se nota también, con arreglo á las ideas de la época, que se ensalza la sed inextinguible de venganza, poco escrupulosa en la elección de los medios, y que se sostiene el principio de borrar con sangre del ofensor la deshonra sufrida por su causa.
Te advierto que, aunque abogado, tengo algún valor además del cívico, y me siento capaz de batirme. ¡Acabáramos! Ya ve usted que hasta le concedo la ventaja de la elección de armas, porque soy yo el ofensor. Me son indiferentes, pues no he tenido hasta hoy en mi mano una pistola ni una espada. Yo llevaré unas y otras al terreno, y sus testigos elegirán. Indique usted la hora.
Esta escena, en que el esposo ofendido recibe sus armas de manos de su mismo ofensor, para arrancarle con ellas la vida, es de primer orden: él, amenazado en su honra, anuncia claramente su propósito, pero el ciego comendador nada sospecha.
Pero en países dominados por una raza extranjera, el acto de severidad más justo se interpreta por injusticia y opresión, por aquello de que lo dicta una persona extraña que no tiene simpatías ó que es enemigo del país; y la ofensa no sólo ofende al ofendido, sino á toda su raza, porque no se suele considerar personal, y el resentimiento, naturalmente, se extiende á toda la raza gobernante y no muere con el ofensor.
Palabra del Dia
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