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Actualizado: 7 de septiembre de 2024
Considera ella, en primer lugar, que no es buena su vocación; que quiere tomar el velo por despecho y como desesperada; y, por otra parte, cree que decir á su madre que quiere ser monja es un acto de rebeldía, es oponerse á su voluntad de casarla con D. Casimiro. ¿Qué piensa V. de la situación de mi desgraciada amiga?
Creyó en una gran injusticia que era la ley del mundo, porque Dios quería, tuvo miedo de lo que los hombres opinaban de todas las acciones, y contradiciendo poderosos instintos de su naturaleza, vivió en perpetua escuela de disimulo, contuvo los impulsos de espontánea alegría; y ella, antes altiva, capaz de oponerse al mundo entero, se declaró vencida, siguió la conducta moral que se le impuso, sin discutirla, ciegamente, sin fe en ella, pero sin hacer traición nunca.
No hay tampoco duda de que la Inquisición la prohibió después, aunque esto no fuera hasta una época poco anterior al año de 1545, en que apareció mutilada por vez primera. ¿Y por qué razón no habían de utilizarla las compañías de cómicos, que, como veremos más abajo, existían entonces en este país, cuando así podían aumentar su escaso repertorio con obras superiores á todas las que se conocían, y tan á propósito por sus cualidades para hacer efecto en el teatro? ¿Y qué obstáculo podía oponerse á esto, si aún no las había prohibido la Inquisición? ¿Desconocerían acaso la Propaladia, libro tan leído, y que se había impreso tantas veces?
Debían irse á Biarritz ó á las estaciones veraniegas del Norte de España. Casi todas las familias sudamericanas habían salido en la misma dirección. Doña Luisa intentó oponerse: le era imposible partir sin su esposo. En tantos años de matrimonio no se habían separado una sola vez. Pero la hosca negativa de don Marcelo cortó sus protestas. El se quedaba.
Era natural, dado el tiempo en que vivía, que Velázquez pretendiera ir a Italia; Rubens debió de aconsejárselo y el Rey, lejos de oponerse «habiéndoselo prometido varias veces dice Pacheco cumpliendo su real palabra y animándole mucho, le dio licencia, y para su viaje cuatrocientos ducados en plata, haciéndole pagar dos años de su salario.
Contra esta ley del destino no podrán oponerse ni el patriotismo español, ni el clamoreo de todos los tiranuelos de Ultramar, ni el amor á España de todos los filipinos, ni el dudoso porvenir de la desmembración y las luchas intestinas de las islas entre sí.
Ya quisieran muchos niños, cuyos papás gastan levita y cuyas mamás se zarandean por ahí, estar tan lucidos y bien apañados como están los de Guillermina». Jacinta se iba convenciendo, y cada vez sentía menos fuerza para oponerse a las razones de aquel excelente hombre.
Don Víctor llegó a reconocer, pero sin confesarlo a nadie, que él era menos enérgico de lo que había creído; «no, no tenía fuerza para oponerse al jesuitismo que había invadido su hogar». ¡Oh, por algo él vacilaba antes de consentir a De Pas apoderarse del ánimo de su esposa!
Su nombre había pasado los límites de La Rioja; Rivadavia lo invitaba a contribuir a la organización de la República; Bustos y López a oponerse a ella; el Gobierno de San Juan se preciaba de contarlo entre sus amigos, y hombres desconocidos venían a los Llanos a saludarlo y pedirle apoyo para sostener este o el otro partido.
Mira de Mescua. 12 El negro del mejor amo, del Dr. Mira de Mescua. 1 Oponerse á las estrellas, de tres ingenios. 2 Amán y Mardocheo, del Dr. Felipe Godínez. 3 Estados mudan costumbres, de D. Juan de Matos. 4 El conde Alarcos, del Dr. Mira de Mescua. 5 Donde hay agravios no hay celos, de D. Francisco de Rojas. 6 El marido de su hermana, de Juan de Villegas.
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